¿Crees que sólo puedes escribir en revistas, ganar premios, ser publicado, si tienes contactos? Deja de quejarte y usa estos 10 consejos para hacerte responsable y empezar a publicar.
Quizá la queja más recurrente a la hora de ver la lista de la nueva generación de los jóvenes creadores del FONCA es “siempre son los mismos”
Quizá la queja más recurrente a la hora de ver la lista de la nueva generación de los jóvenes creadores del FONCA es “siempre son los mismos”. Lo mismo se escucha al ver el índice de una revista o una antología. No hay que ocultar que las publicaciones y las becas para jóvenes escritores, por más que intenten ser un muestrario de lo mejor de la literatura nacional, están sujetas a la valoración de una persona que, idealmente, se encarga de leer cada una de las propuestas. Esto puede desanimar a cualquiera que intente someter su trabajo a algún dictamen, pero creo lo contrario. No hay mucho que podamos cambiar si estamos a la espera de que el amigo sea el que nos califique, si estamos al pendiente de los otros en vez de fijarnos en nuestro propio trabajo, si esperamos la validación oficial para, ahora sí, ponernos a escribir.
No hay mucho que podamos hacer si esperamos la validación oficial para ponernos a escribir Share on X
Escribo mientras recuerdo mi propia experiencia. No es que haya publicado por montones, pero he tenido la oportunidad de ser el publicado y el que publica. Quizá por eso me sorprendí tanto cuando trabajaba en la revista Tierra Adentro y uno de mis compañeros editores/escritores (que permanecerá sin ser nombrado) me preguntó, un poco a manera de reclamo, sobre quién era mi contacto en La Jornada Semanal porque ahí publicaban algunas de mis reseñas. Le respondí que a nadie, que un día había mandado mis textos y meses después los publicaron.
Cada tanto pienso en eso porque me sentí mal. Podría aceptar el comentario, con todo y sus bemoles, de algún lector o escritor, pero no de alguien encargado de la edición. Sigo creyendo que esa conversación es un síntoma de un sistema que se rige por contactos y no por el trabajo. Y con todo este contexto, es bastante normal que cualquier escritor que quiera empezar a publicar tenga dudas serias sobre si acaso vale la pena buscar o crear un foro. Lo que presento a continuación es una lista de consejos y algunas reflexiones a partir de mi experiencia como editor y escritor, no lo veo como una fórmula, sino como un acercamiento personal que espero ayude y arroje luces sobre los errores y consejos más comunes con los que he cruzado.
1. No te apresures a publicar
El mundo editorial nos ha enseñado a valorar la juventud literaria como el momento para despegar; sin embargo, hay que entender que la juventud literaria no significa “escritura prematura”. El escritor no debe apresurar la publicación de un mal texto sólo porque se pase la fecha. La literatura no tiene una fecha de caducidad aunque a veces parezca lo contrario. Y no me mal entiendan: es importante buscar todo tipo de apoyo a la literatura joven que se pueda, pero es muy diferente a apresurar la escritura con el fin de alcanzar un deadline. Hay que tallerear, reescribir y mantener disciplina.
2. No hay publicaciones grandes ni chicas
Una de las cosas que experimenté de primera mano es que hay bastantes escritores jóvenes que no mandan los textos a las revistas que quieren porque el nombre de la publicación los intimida. No puedo hablar por todas las publicaciones, pero al menos desde donde he estado nunca me importó si eran escritores con pocas o ninguna publicación; siempre que los textos tuvieran una voz propia, me acercaba a los autores para al menos ver la posibilidad de que me mandaran otro texto. Como escritor también tuve la fortuna de publicar en la versión digital de Nexos, El Universal y La Jornada Semanal sin que me pidieran mi currículum. Lo que aprendí es que no existen publicaciones grandes ni publicaciones chicas. Si tienes algo que pase tus propias expectativas personales, empieza a mandarlo a las revistas o concursos que quieras.
3. Sé humilde
Cuando estudié la universidad hubo momentos donde me era difícil ser humilde, sobre todo en un ambiente que creía lleno de pretensiones. Mi autoestima se perdió en el mar de egos, pero con el tiempo aprendí que lo más importante era serme fiel a mí. A la fecha, recuerdo que para ciertos maestros y alumnos de mi carrera era bastante extraño que fuera tan abierto al decir que no aprendí inglés en una escuela privada, sino que lo había hecho en los videojuegos. Y de manera similar, en algunos grupos de escritores, mi personalidad ñoña ha sobresalido porque nunca oculté que si empecé a leer fue gracias a las expresiones de la cultura pop y de masas que llenaron mi infancia. Tuvo que pasar algo de tiempo, por fortuna no tanto, para que me diera cuenta que nunca iba a llegar a nada si era infiel a mis creencias. Para mí, ser fiel a mi voz y a mi estilo es ser fiel a mis orígenes, a lo que sé, pero, sobre todo, a lo que aún no sé.
Ser fiel a mi voz es ser fiel a mis orígenes, a lo que sé, pero, sobre todo, a lo que aún no sé Share on X
4. Sigue las reglas
Algo mucho más técnico pero igual de importante: si en una invitación a colaborar te piden que envíes tu trabajo con ciertas especificaciones, no es por ser payasos. El primer filtro de muchos premios, editoriales y apoyos es bastante técnico. En mi caso, siempre pedí que las colaboraciones que me mandaran por correo electrónico tuvieran en el asunto el tipo de texto que sometían a dictamen. Me resultaba mucho más sencillo agrupar todos los correos de poesía, ensayo o cuento para así saber a qué material podía acudir si necesitaba algo, y de igual manera saber en quiénes me apoyaba para la lectura de ese material. Eso es mi caso, pero en realidad tampoco es muy diferente en otras instituciones donde hay manuscritos que no se leen porque no siguen alguno de los requisitos completamente técnicos que se piden. Una bomba de la verdad: al menos los jurados de los premios de los que fui cercano, aunque nunca tuve nada que ver con alguno, no leían todas las obras, sino una preselección hecha a partir de todas estas minucias (lo que quiere decir que no importa si tu novela es una obra maestra si no la mandas tal cual la piden). Bajo las circunstancias en las que llegaban los textos y por las bases similares de todos los premios y convocatorias, es fácil asumir que éste es un patrón que se repite. Y de alguna manera lo entiendo: las bases especifican que los textos que no las sigan son automáticamente descalificados. Quién sabe cuántas genialidades se han perdido sólo porque no siguen las reglas.
5. Comunica tus dudas
Un poco relacionado al punto anterior: si tienes dudas, hazlas saber. Si no tienes respuesta en el mail oficial, intenta llamar por teléfono o el contacto a través de las redes sociales.
6. Ten prioridades
Hablemos del elefante en el cuarto: es difícil vivir de escribir. No imposible, pero bastante difícil. Suficiente para que muchos desistamos. La mayoría de las publicaciones no paga; donde pagan, usualmente piden una cantidad ridícula de papeles para poder cobrar en algún punto de los siguientes 45 días hábiles. En ese sentido, a veces es imposible escribir un artículo para alguna revista a la que te hayan invitado. Por más que uno quiera escribir y escribir, hay que saber tener las prioridades muy presentes; particularmente cuando los recipientes de tus textos no dependen de ti porque tampoco se trata de quedar mal.
7. Analiza el contenido de la publicación
Hay algo que, como editor, nunca me sentó bien. Hay muchas persona que escriben, pero pocas que leen; hay quienes sólo invitan a la lectura a través de un texto de ellos y no por el nivel de la publicación. Esto se traduce en un desconocimiento pleno del estilo y el tipo de textos que se requieren para cada revista. Si conoces la publicación, puedes saber más o menos el tipo de textos que se publican. Y ojo: no me refiero al estilo de autores o a cosas que gusten, sino a qué cosas publican, a qué personas entrevistan, qué necesita cada texto en las secciones específicas de alguna revista. Lo mismo aplica en editoriales y algunos premios. Este conocimiento hará más fácil saber si tu texto tiene o no posibilidades en la mayoría de las publicaciones.
8. Da una última lectura antes de mandar tu texto
Todos tenemos errores. Y las revistas profesionales usualmente tienen a un editor y a un corrector de estilo que leen varias veces un texto, cierto. Pero no hay nada que sea más molesto para los editores que un texto sin una manita de gato previa que hubiera ayudado a corregir errores obvios. Resalto: no se trata de entregar textos perfectos, sino de ejercer la escritura de la mejor manera posible.
9. Sé profesional
Respeta los compromisos, el deadline y el calendario editorial. Una cosa es una invitación abierta y otra muy diferente cuando te piden un texto antes de cierta fecha porque de lo contrario no entra. Respeta el trabajo ajeno, acepta comentarios y sugerencias. Aprende a decir con qué estás en desacuerdo. Sé de mente abierta.
Y algo muy tonto: si esperas vivir de escribir, ten tus papeles de Hacienda en regla. Saca tu RFC, paga impuestos, aprende a hacer recibos de honorarios, ten copia de todo.
Ser profesional es la única manera de sobrevivir de la escritura.
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10. Aprende del rechazo
Lo más importante es no desanimarse. A veces, rechazo tras rechazo, es difícil hasta pensar en reponerse. Pero la realidad es que el mundo artístico está lleno de rechazos, particularmente al principio de nuestra carrera, cuando más necesitamos del entusiasmo. Escribir es, también, un ejercicio de resistencia (resistir a las modas, a la presión, a los ataques, a la baja autoestima). Cada texto que te hayan publicado seguro fue rechazado varias veces, pero hay que aprender a pulir los textos, a saber en qué fallaste, a saber cómo mejorar. Y quizá en esto radica la idea de hacer un texto como este. No se trata de consejos para que te publiquen, sino, siguiendo un poco a Beckett, una guía para aprender del fracaso, para intentarlo de nuevo, para fallar mejor.