Guía práctiquisima con tips chonchos para entrarle a la traducción, ganarte unos morlacos y aprender de ella para mejorar tu propia literatura.
A veces, cuando pienso que mi vida es un desastre por mi terquedad de dedicarme a la literatura y que de seguro soy una deshonra para mi familia y para mis vacas, siempre concluyo que de lo único de lo que no se pueden arrepentir mis papás es de haberme mandado a clases de inglés desde chiquititita. Porque, si no fuera por eso, tal vez yo sí andaría por ahí cumpliendo el cliché del escritor que se muere de hambre.
¿Y como por qué no lo cumplo? Bueno, pues porque, para compensar lo que la escritura no siempre da, me dedico a traducir textos ajenos.
¿Cómo? ¿A traducir? ¿Me estás diciendo que en serio hay gente que se dedica a tomar textos de un idioma y pasarlos a otro idioma y que vive de eso? Pues sí, duh. Para mí también fue una gran revelación enterarme.
Aunque vivimos en un mundo en el que quizás hay más traducciones que textos producidos en nuestro idioma, casi todo el mundo asume que las traducciones las hacen fantasmas bilingües. O Google Translate.
La traducción es un oficio invisible.
Por eso sorprende saber que, en realidad, muchos escritores le han hecho a esto de la traducida para completar la quincena. Y para más cosas, ya que la traducción tiene más ventajas que la de ser una simple fuente de ingresos.
ESCRITORES QUE TAMBIÉN FUERON TRADUCTORES
Para empezar con esto de las ventajas adicionales, hablemos de Murakami. Murakami tradujo al japonés la obra de su adorado Raymond Carver y hasta tuvo la oportunidad de conocerlo y de ir a cenar a su casa. ¿Te imaginas cómo debe sentirse cenar con el escritor que más admiras porque tú tradujiste su obra?
Cortázar decía de sí mismo que él era “un traductor venido a escritor”. E incluso les recomendaba a los escritores jóvenes que, si querían aprender a escribir, tradujeran. Supongo que era normal que pensara esto. Cuando Cortázar publicó Rayuela, ya había traducido toda la prosa de Poe y Las memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar. O sea que ya había respirado, manoseado y reproducido en español la obra de estos dos grandes (y de muchos otros).
Otro escritor que tradujo sin parar fue Borges. De hecho, su primera obra publicada fue la traducción que hizo a los nueve años de El príncipe feliz de Oscar Wilde. O sea que Borges también aprendió a traducir mucho antes de ser un gran literato.
Como traductor (y como todo, en realidad), Borges tenía algunas ideas medio rarillas. Decía, por ejemplo, que si te topas con una obra medio-mala, al traducirla te puedes tomar la libertad de mejorarla. Al fin, la traducción se trata de enriquecer la cultura, no de entorpecerla.
Pero bueno, aun si no estamos de acuerdo con el buen Borges, lo interesante es que sus traducciones, por ejemplo, del inglés y del nórdico antiguos, de seguro le sirvieron para acceder a textos muy raros y para enriquecer la erudición metafísica y mitológica que su obra transpira por todas partes.
O SEA QUE SÍ: LA TRADUCCIÓN SIRVE PARA ALGO MÁS QUE PARA GANARTE LA VIDA
Sí, la traducción no sólo es rentable (si la sabes hacer, puedes tener puro cliente extranjero y cobrar en dólares. Y hacer fiestas mientras tus amigos lloran porque el dólar ya está en veinte pesos). Y no sólo es flexible: la mayoría de los traductores somos freelance, trabajamos en pijama y aceptamos sólo el trabajo que queremos y/o necesitamos.
También tiene otras cualidades interesantes.
Al Alex Carrillo le encanta insistir en el asunto de la voz narrativa. “Todo lo que se escribe lo escribe alguien”. Claro. Y también todo lo que se traduce lo traduce alguien.
No sólo hablo de tus libros de Hemingway. También el manual de tu refrigerador (ese que no leíste) lo tradujo alguien y también alguien tradujo el menú de opciones del Google Chrome que tienes abierto justo ahora. Y, por supuesto, el manual del refrigerador y el menú de opciones de Google Chrome no se salvan de tener un tono, un registro y una voz específicos.
Cuando quieres aprenderle algo a una voz que te encanta, lo mejor que puedes hacer es nadar, meterte en ella, impostarla. Y eso es justo lo que hace el traductor, sólo que lo hace en otro idioma.
Me pasó una vez que estaba traduciendo un fragmento de una novela en el que salían unas emisiones de una radio revolucionaria. Después de trabajar en ella, hasta yo tenía ganas de ir a quemar el Palacio de Gobierno.
Eso es lo que pasa cuando traduces: te contagias. Por eso Cortázar, quien pudo contagiarse de Poe y de Marguerite Yourcenar, decía que traducir era una buena forma de aprender a escribir.
Y claro, si eres un traductor técnico y no uno literario (la verdad, la verdad: el mundo de la traducción literaria es tan difícil y cerrado como el mundo de la literatura), quizás no quieras contagiarte de la voz del manual del refrigerador. Pero, ¡oye! ¡No lo descartes! Precisamente se logran resultados muy interesantes cuando nos salimos de la voz y la forma clásicas de hacer literatura y experimentamos metiendo elementos de otros campos. Ahí está la ciencia ficción. Ahí está Borges con sus cuentos-ensayo. Quién dice que no puedes ser el siguiente genio de los cuentos-manuales de refri, ¿eh?
Además, la traducción te ayuda a ponerte muy vivo con este asunto de le mot juste, es decir: la palabra exacta, inequívoca. “¿Debería traducir plastered como enyesado? ¿O, en este contexto, significa más bien estampado?” Uno siempre se está haciendo esas preguntas cuando traduce.
Y esto ayuda mucho a afinar el músculo escritor porque, como decía Octavio Paz (otro escritor-traductor y hasta traductólogo): la escritura misma es una traducción del mundo de las cosas no verbales.
BUENO, YA ME CONVENCISTE. AHORA, ¿CÓMO ME HAGO TRADUCTOR?
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¿PUEDO SER TRADUCTOR SI NO ESTUDIÉ UNA LICENCIATURA EN TRADUCCIÓN?
Si quieres amargarte un rato la vida, te invito a que busques en Facebook algún foro de traductores e intérpretes. Ahí todo son quejas sobre lo malos que son los clientes, sobre lo mal que paga todo el mundo y sobre el pecaminosísimo intrusismo laboral.
¿Qué esto del intrusismo? Pues justo esto que estoy promoviendo indirectamente a través de este artículo: que puedes ser traductor sin estudiar una sacrosantísima licenciatura de cinco años y sin un título que te avale.
La verdad es que tener estudios es muy bonito. Pero no todos decidimos ser traductores desde antes de que se nos cayera nuestro primer diente. Y no todos nos podemos dar el lujo de estudiar una segunda licenciatura a los 25 años.
A estos fans de la traducción como licenciatura se les olvida que la formalización de la profesión es un invento más bien reciente. San Jerónimo, el padre de la traducción, no tenía precisamente una licenciatura. Tampoco Borges. (De hecho, SPOILER: el ñoñísimo de Borges solamente terminó el bachillerato).
Así que no: no es estrictamente necesario tener estudios. Pero sí es necesario estudiar, que es diferente.
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FÓRMATE
Hay muchas alternativas para estudiar que no necesariamente implican matricularte en una carrera de 5 años.
Pero, antes de pensar en ser traductor, primero tienes que asegurarte de que tienes un conocimiento escrito PER-FEC-TO de la lengua de llegada (el idioma hacia el que vas a traducir). Aquí casi nunca tienes editores, así que no te puedes equivocar con la ortografía ni nada. Además, necesitas un nivel de comprensión MUY BUENO de la lengua de partida (el idioma desde el que quieres traducir). No es necesario que lo sepas todo, pero sí que entiendas los párrafos sin hacerte bolas o sin tener que recurrir al diccionario cada dos palabras.
Después, puedes buscar algún curso. Aquí en México hay varias instituciones que ofrecen cursos o hasta diplomados en traducción. Entre ellas, la OMT (la Organización Mexicana de Traductores) y el CELE de la UNAM. También puedes buscar cursos online en plataformas como Cálamo & Cran, Estudio Sampere, Traduversia y el ISTRAD.
Casi todos los cursos cuestan. Hazte a la idea de que tendrás que invertir tiempo y dinero en tu formación. Aunque claro, siempre tienes la opción de escribir en Google “Técnicas básicas de traducción” y seguro te encuentras recursos y libros útiles.
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PRACTICA
¿Ya sabes lo básico? Ahora practica como loco. ¿Leíste un cuento de Margaret Atwood que no está en español? Tradúcelo. ¿Te encontraste en Writers Write un artículo sobre escritura que debería estar en Tinta Chida? ¡Dale! En Tinta Chida también queremos gente que colabore con traducciones de artículos chingones. Con esto, no sólo ayudarás a que nuestra comunidad crezca, también te irás refinando en tus habilidades de traductor y vas a ir construyendo un portafolio que podrás mostrarles a tus futuros clientes.
También puedes buscar voluntariados. Por ejemplo, TED | Amara es un proyecto que se dedica a subtitular videos de TED Talks. Cualquiera que cumpla con un perfil mínimo puede incorporarse al equipo de subtituladores, así que es una excelente forma de practicar y, de paso, de aprender cosas interesantes con las conferencias.
Otra opción es unirte a algún grupo de fansub de tus series o películas favoritas. O buscar libros para traducir en Babelcube. Babelcube es una plataforma que les permite a los autores que autopublican en Amazon ponerse en contacto con traductores que les ayuden a ampliar su mercado. La plataforma te ofrece regalías de las copias que venda tu traducción. La verdad no es muy rentable, pero es una buena forma de practicar (sobre todo si te interesa la traducción literaria) y de agregarle elementos tangibles a tu portafolio.
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AHORA SÍ, ¡A BUSCAR CLIENTES!
¿Ya alcanzaste una calidad de traducción pagable? Bueno, pues ya es hora de buscar clientes.
Lo primero es contarle a todo el mundo que ya te dedicas a la traducción. Tuitea y postea de vez en cuando en Facebook comentarios casuales acerca de tu nueva y glamorosa vida como traductor. Esto puede parecer una tontería, pero créeme que hay gente que me ha ofrecido trabajos por Twitter justo después de mencionar que me dedico a eso.
Luego, puedes hacerte un perfil en páginas de freelance como Upwork, Freelancer o Fiverr y empezar a ofrecer tus servicios. También puedes aplicar para formar parte de la plantilla de plataformas más especializadas como TranslationBunny.
La ventaja de estas páginas es que a nadie le importa que tengas poca experiencia o que no tengas un título universitario de traductor. La desventaja es que la competencia es muy fuerte y es difícil cazar tus primeros trabajos.
Pero hay un truco que te puede dar un superplus al momento de buscar clientes.
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ESPECIALÍZATE EN LO QUE CONOCES
La traducción tiene muchísimas ramas y, aunque a veces a uno le cae de todo y uno no dice que no a nada, lo más inteligente es especializarte. Hay ramas con las que tendrás mucho más éxito que con otras.
De entrada piensa que, como escritor, tienes un plus ante, por ejemplo, un cliente que esté buscando quién le traduzca una novela que tiene publicada en Amazon. Tu perfil va a destacar sólo por el hecho de que menciones: “Además de traductor, soy escritor, así que tengo experiencia con la ficción y podré transmitir perfectamente el tono y la atmósfera de tu texto”. Tanto mejor si escribes el mismo género literario que tu posible cliente.
Después pregúntate, ¿qué otro plus tienes? ¿De qué otros temas sabes? Quizás eres abogado y bueno, es obvio que la traducción legal va a ser lo tuyo; pero también puede que te guste la pesca, el camping o la especulación con criptomonedas. Créeme que, en algún lugar de mundo, hay alguien buscando desesperadamente a un traductor para su blog acerca de Bitcoin y Dogecoin
Curiosamente, los clientes que están más felices conmigo y que me son más rentables son a los que les trabajo cosas relacionadas con la carrera que sí estudié: traduzco para un blog de diseño gráfico y para un canal de Youtube de Photoshop. Y yo que pensé que estudiar artes digitales iba a ser completamente inútil en mi vida.
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EL SALTO PRO: TRABAJA CON AGENCIAS
Algún día, cuando ya no seas un novato y tu currículum gordito pueda compensar tu falta de estudios formales, anímate a buscar agencias de traducción y envíales tu currículum. Aunque no publiquen sus ofertas de trabajo, las agencias siempre están abiertas a trabajar con nuevos profesionales. Si tu perfil les parece prometedor, seguro te contactarán para hacerte una prueba y quizás te integren a su plantilla de traductores.
¿Te gustó la idea? ¡Pues a darle! Happy translation time!