Tips rifados para sacar el mejor provecho de un taller literario y no agüitarte
Publicada originalmente en inglés en LitReactor
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¿Quieres entrar a un taller literario? ¿Estás listo? Chance sí, chance no. Ya sea que sólo te juntes con algunos amigos o con escritores más pro, aquí hay algunos tips, cosas chidas que he aprendido de mi experiencia en varios talleres.
Engrósate la piel
No importa lo que te digan, bien o mal, amable o cruel: debes estar preparado para los comentarios y críticas de tu trabajo. Algunos serán justos, otros no. En algunos casos sí: de verdad la cagaste, te fuiste por otro lado, te sacaste un deus ex machina del culo. Así que carga tu cascajo y arréglalo. Otras veces chance y estás bien y tus compañeros no lo entienden. La idea de un taller es mejorar tu escritura, fortalecerla y profundizarla, no desmoralizarte. Aunque las palabras amables también ayudan. Tienes que prepararte para la crítica dura y estar listo para escuchar y editar tu trabajo, o ignorar.
Un ejemplo: mi asesor no sólo me dijo que mi novela no era material para tesis en la primera clase que leímos el inicio, sino que le pidió a los otros alumnos que levantaran la mano si seguirían leyendo la segunda página. ¿Sabes cuántos lo hicieron? Así es, cero. Neta. ¿Qué chingados? A huevo que no estuve de acuerdo.
Esa introducción acabó siendo el inicio de mi segunda novela Desintegration, un libro que Irvine Welsh llamó “Una asombrosa y vital obra de arte” ¿Escuché a mi profesor y compañeros? No. Leí de nuevo el texto, hice algunos cambios, pero en general me gustó. Tuve que convencerme a mí mismo de que yo estaba bien y ellos mal. Y eso no siempre es fácil.
Qué consejos tomar
Hablando de consejos, ¿cómo saber cuáles tomar? Yo acabé abandonando mi libro por un año para enfocarme en cuentos, medio harto y enojado. Pero, al final, fue una gran idea y aprendí mucho. En cuanto a los consejos de tus compañeros y profesores, ¿a quién escuchar? ¿A quién ignorar? No es fácil.
Primero intenté escuchar a mis profesores. ¿Son los que tienen más experiencia y títulos y en el fondo, los mejores intereses, no? Con suerte. ¿Y el profesor al que no le gustó mi libro? Cuando me gradué habló de mí frente a los otros alumnos, dijo cosas tan amables que me hizo llorar, sobre todo cuando dijo que si alguien en ese curso tendría éxito ése sería yo. Me llamó el siguiente Stephen King. En otras palabras, me sacó de onda. Pensaba que me odiaba. Resulta que en realidad creía en mí y por eso me presionaba más. ¿Sus consejos sobre lecturas? Le hice caso casi cada vez que me recomendó algo. Aprendí mucho, leí muchas historias chidas gracias a él, autores que jamás había imaginado.
En cuanto a mis compañeros en la carrera de letras, y en un taller privado que tomé por un par de años llamado Club de Escritura; fui fuerte. Sobre todo al principio. Lo que intentaba hacer era leer sus textos y ver qué había de bueno en ellos. Si eran buenos para dialogar, escuchaba sus consejos sobre diálogos, si escribían buenas escenas de peleas o sexo, me aseguraba de poner especial atención a sus respuestas cuando mi trabajo iba por esos caminos. Si trabajaban como granjeros o policías, científicos o guardabosques, buscaba su opinión sobre cualquier área en la que fueran expertos. ¿Y sobre las partes de su trabajo que creyera débiles? Bueno, pues tendía a ignorar sus consejos. Cuando ellos “no entendían” yo sólo asentía amablemente y seguía adelante. Cuando querían que mi estilo se volviera el suyo, los ignoraba.
Consenso
Una forma de tomar en cuenta el consejo de tus maestros y compañeros es si se desarrolla un consenso. Ahora, éste no es un método a prueba de todo, 100% efectivo. PERO, si todos tus compañeros creen que tu final es plano, tal vez es plano. Si nadie entiende que tu protagonista está muerto, tal vez debes ser más claro. Si todos odian a tu personaje principal, y no es tu objetivo, entonces a lo mejor la cagaste; tienes que estar abierto y escuchar. En especial si muchos dicen lo mismo.
PERO, y es un gran pero, a veces simplemente no van a entender tu trabajo. Tal vez no conocen a los autores que estás estudiando o tus referencias. Igual y no captan tu género para nada. Tal vez no pueden con tu trabajo simplemente porque no son suficientemente inteligentes para entender lo que estás haciendo. Ahora, esto puede sonar presumido, pero si estás escribiendo historias límite, si trabajas duro en innovar, tal vez no sea un trabajo común para tus compañeros. En muchos ambientes académicos la ficción es un género desaprobado. Así que ténlo en mente. William Burroughs, Cormac McCarthy y Mary Gaitskill no son para cualquier lector. Tú no eres esos autores, tú estás en formación. Tal vez no has decidido todo. Así que escucha, sé abierto pero también lucha por el trabajo en el que crees.
Una historia corta sobre el consenso. Yo tenía una historia: “Quietud”. Cuando la escribí casi nadie la entendió. Querían más pistas, más claridad. Así que lo hice. Puse más información, dejé migajas de pan y el final dejó de ser sorprendente. Y ¿qué pasó cuando trabajé el texto con mis editores? Sip, me pidieron que quitara algo del material, para que fuera menos obvio. Los cuestioné, me dijeron que los lectores son suficientemente inteligentes y lo entenderían. Sonreí y quité algunas líneas. Al final, esa era la versión que quería desde el principio
Imbéciles y haters
¡A huevo!, te vas a topar a algunos (al menos que tengas mucha suerte) en tu pequeño grupo de talleristas;. MUCHO odio. ¿Por qué? Tengo algunas teorías. Creo que hay tanta incertidumbre en el mundo y tantas prácticas injustas; algunas personas tienen oportunidades, otras no. Hay personas a las que invitan a formar partes de antologías por un conocido, y al resto del mundo nunca lo pelan. Es cruel.
Así que algunas personas te van a odiar si tienes éxito, si lo haces bien o porque creen que tienes más apoyo y que no trabajas duro. A mi me han dicho que todo “me lo dieron en bandeja de plata” que “no trabajé duro ni me gané mi lugar.” Ésas, amigos, ésas son mamadas. Me he partido el lomo por nueve años. Todo el éxito que tengo viene del trabajo duro, de leer muchísimo (algunos años más de 50 libros), escribir un chingo y fallar a cada rato, con suerte, aprendiendo, evolucionando y encontrando mi voz a lo largo del camino. ¿Me han invitado a antologías? Sí. Es parte de mandar tu trabajo, hacerte notar y crear relaciones con editores. Es parte del proceso. Si trabajas duro, publicas y si lo haces bien, la gente vendrá a tocar tu puerta. ¿Te imaginas cuántas de mis historias han rechazado en los últimos años? Casi 800. Así es, 800. Y eso sólo en los últimos 3 o 5 años que he trabajado como profesional, o sea cobrando. He publicado sin cobrar, seguro, como tú también. Batallo, venzo las fechas límite, soy rechazado y fallo todo el tiempo. Así que cuando estás en un taller, checa si las personas son sólo críticas con tu trabajo o si lo son también con tu proceso, tu éxito o contigo en general. ¿Sus críticas son crueles? Entonces tienes un hater. Tenía un compañero de clase que tiró mi texto al piso y gritó “¿por qué estamos leyendo esto?” cuando se enteró de que ya había sido aceptado para publicarse en una revista. Al final, enfócate en tu trabajo e ignora a los haters. La mayoría está lidiando con sus propias inseguridades, fracasos e impaciencia y rara vez tiene algo que ver contigo.
Da lo que recibes
Una forma de hacerte querer por tus compañeros es dedicarles chamba. No en tus textos, sino en tu crítica y retroalimentación. Una parte importante de los talleres es editar y comentar las historias de los demás. Decir lo que te gustó y lo que no. Pero no hay crítica constructiva ahí, no ayuda. Habla sobre lo que te gustó y porqué, enmárcalo en el contexto esencial de los elementos de la ficción. ¿A qué me refiero? Ahí te va:
Cuando edito y critico historias de mis alumnos, marco el texto de distintas formas. La primera es intentando encontrar errores tipográficos o de gramática. ¿Escribieron mal una palabra, les faltó una mayúscula, olvidaron el guión del diálogo, fallaron con la puntuación? Lo anoto. Segunda, busco lo que llamo “mecánico”, la estructura: gancho narrativo, incidente inicial, tensión, conflicto (interno y externo), clímax, resolución y desenlace. (El triángulo de Freytag) así como otros componentes cruciales: trama, personajes, ambiente, diálogos, tono, etc. Intento mencionar tantos como pueda en mi retroalimentación. Y tercera, veo todo el cuadro, lo que tiene que ver con mi experiencia, cómo me sentí cuando lo leí, me importaron los personajes, creí la trama, se la compré, hubo una respuesta emocional. Para mí la historia tiene que funcionar en tres niveles: intelectual, físico y emocional; O cuerpo, mente y corazón. Debes mover la historia al mundo real, que pasen cosas, usar ambiente y acción y conflicto. Debes involucrarme emocionalmente, hacerme sentir algo, tener una respuesta visceral y debes estimular mi cerebro con pensamientos, revelaciones y grandes ideas. Si puedes mencionar la mayoría de estas cosas en tu crítica, encontrarás emoción y gratitud de tus compañeros. Y con suerte, ellos harán lo mismo por ti. No hay nada peor que gastar tiempo, energía y emoción en una historia para que otro autor sólo te diga que le gustó, que estuvo buena, ¡me dio miedo! Chale, eso no ayuda.
Borradores
Entiende que es muy probable que tu primer borrador sea un desastre. Está bien. Por eso estás en una escuela o en un taller. Tienes una idea, estás trabajándola, pero aún está en desarrollo. No te preocupes. Es una mierda. Es sólo el comienzo. Habrá cortes, expansiones, tendrás que arreglar cabos sueltos, cambiarás el gancho y la introducción, vas a arreglar el final, está bien. Así es el proceso. Cuando llegue el momento en que no necesites un taller y te hayas convertido en un crítico agudo, TAL VEZ entonces tus borradores no apesten. Aún así, es probable que sí. Trabajé Desintegration por seis meses, la abandoné, volví a ella un año después, escribí media semana, la tallereé otro año y hasta entonces empecé a cortarla. Un año y 100 rechazos más tarde, conseguí una agente. Hizo varios cambios. La enviamos a docenas de editoriales y terminé firmando con Random House Alibi. ¿Y qué crees? Ahí fue donde empezó la chamba de verdad. QUÉ MIERDA. ¿no? Trabajé con mi editor, Dana Isaacson, y fue muy chido. Cambiamos elementos de todo el cuadro, quitamos una escena de violación y cambiamos el final por completo (después de escribir cinco finales) y otras cosas más en el camino. ENTONCES, se fue a la corrección en donde otras cinco personas la revisaron y pasó al menos 6 ediciones, entre errores tipográficos y de gramática, ediciones de estilo, participios débiles, ediciones para buscar claridad, repeticiones, etc. Wow. Pero neta: me sentí muy chido cuando el libro salió al mundo.
Conclusión
Al final, la mejor forma no sólo de sobrevivir, sino de crecer en un taller literario es trabajar fuerte, estar abierto a sugerencias, entender lo que cada alumno tiene para ofrecerte e ignorar el drama y los juegos. Estás ahí para escribir. Estás ahí para aprender, para evolucionar. Así que pon tu sangre, sudor y lágrimas en la página. No te contengas, escupe tus agallas y escribe la mejor historia que puedas, échale corazón, emoción e intensidad.