Ideas para dar un taller de escritura, sin importar la experiencia que tengas, y vivir de tu oficio.
“If you get, give. If you learn, teach.” No recuerdo muy bien donde leí esa frase, pero creo que queda muy bien para abrir un post sobre “vivir de dar talleres de escritura”, porque si en verdad escribir es tu vocación, una parte importante será compartir tu conocimiento.
Antes de darte algunos consejos con la mucha o poca experiencia que tengo en esto de dar talleres, me gustaría que te preguntaras: ¿Verdaderamente me gustaría dar un taller de literatura? ¿Podría darlo? ¿Lo disfrutaría?
Si tu respuesta fue sí, te va a gustar leer lo siguiente:
TODOS PUEDEN DAR UN TALLER
Lo importante es hacer consciente que se aprende a ser escritor escribiendo, y por lo tanto se aprende a dar un taller dándolo. Seguramente lo has pensado: “podría dar un taller y vivir de esto”, y aunque no es tan fácil como suena, no es imposible.
Yo empecé a vivir de dar un taller de poesía, curiosamente, a través de mi carrera, la psicología. Como psicólogo trabajo en un centro de rehabilitación de adicciones; poco a poco surgió la idea de enseñar poesía a los pacientes como parte de su tratamiento (¡hey! si el arte no cura no sirve ¿no?). Lo hice y me funcionó muy bien mezclarlo; pude seguir escribiendo, trabajar en mi carrera profesional al mismo tiempo, y contribuir de una manera distinta en el proceso de mis pacientes.
Pero dejemos de hablar de mi taller y ahora sí, vayamos a lo mero bueno, algunas ideas para que empieces a armar el tuyo.
Aprender a enseñar
El primer tema, obviamente, es saber enseñar, y para enseñar lo primero es aprender. ¿Cómo aprendes a dar un taller? ¡Métete a uno! Agárrate a tu escritor favorito de tu ciudad, averigua si tiene un taller e inscríbete.
Yo, para dar mi taller en la clínica, tuve que aprender. Mientras trabajaba como promotor cultural tenía que inscribirme en los talleres que vendía. Pasé casi dos años entre talleres de cuento, cómic, novela, poesía, escritura creativa, etc. A pesar de eso, no salí y di talleres; empecé por lo más sencillo, editar y tallerear textos de amigos que también escriben, y entre una cosa y otra, terminé asesorando redacciones de tesis. Después de esto me sentí apto para dar un taller y funcionó. Así que el consejo más sensato es: ¡practica!
Probablemente, vivas donde vivas, encontrarás un lugar que ofrezca alguna alternativa para aprender más sobre escritura; arriésgate a suponer que no sabes tanto como crees que sabes.
Ok, digamos que ya tomaste un taller y estás seguro de tu vocación como escritor y… ¿ahora qué sigue?
¡Dale un plus!
Por ejemplo, el taller que yo doy tiene el plus terapéutico y argumentado de cómo los procesos creativos de escritura colaboran en la estructura de la salud mental. Si tú te dedicas a las ventas, busca fundamentar un taller de escritura y ventas, igual si te dedicas al diseño, a la nutrición o cualquier otra carrera o profesión, la idea es que le apuestes a un taller de escritura diferente. Recuerda que si tú taller aborda la escritura de una forma nueva y original, es más probable que haya interesados en asistir, porque no será “lo mismo de siempre”.
Otra ventaja de darle un vuelta de tuerca a tu taller, es que estarás ofreciendo algo que casi nadie ofrece; otra perspectiva, otro ángulo dirigido específicamente para un público distinto. Así es más fácil que, aunque tengas poca experiencia, aportes a tus alumnos cosas que ninguno otro escritor, por más famoso y consagrado que sea, aporta.
Un ejemplo de esto de es el taller de Alejandro Carrillo, de aquí de la Tinta Chida. El taller, Pelea y escribe, además de sólo taller textos de narrativa, te enseña, a ser kickboxer y salir con cinta negra. ¿Qué otro taller ofrece eso? ¡Ninguno! Es cierto que el público al que le interesa también se reduce, pero será un público más apasionado y comprometido y será un público distinto al que ya llega y sirven los “meros meros” de esto de la escritura.
Así que pregúntate. ¿Qué tuist le puedo dar a mi taller para que sea más específico para mi comunidad o para que sea distinto a lo que ya hay? No es lo mismo ser un pez en el mar, que ser ese mismo pez en un estanquito, ahí tú serás el tiburón.
Ejemplos de esto hay muchos: en vez de dar clases de inglés como todo el mundo, reduce tu mercado y da sólo clases de inglés para “frikies” y enseña a través de anime y cómics. ¿No sería tú el rey de este mercado?
DALE ORDEN
El punto siguiente es ordenarlo. Haz un plan de estudios bien explicado – plantea los objetivos que se pretenden lograr a través de las sesiones –, recuerda que muchos alumnos llegan en ceros. Lo ideal sería que tu plan de estudios contemple, teoría y práctica. No importa si lo orientas a poesía, narrativa, cuento o cualquier otro género, lo importante es que tus talleristas entiendan el fondo de la escritura y se enganchen con ella.
CONFÍA EN TI
Tarde o temprano, durante todo este proceso, pensarás: “tal vez no tengo las cartas o el currículum”, o “ quién soy yo par dar un taller, si ni siquiera he publicado nada”, o “no mames, los escritores de verdad me van a ver y a decir: qué hace este pendejito haciendo un taller, quién es o qué, dónde están sus credenciales. Yo te digo: ¡Mándalos a la vergototota!, un punto a tu favor es que el taller se impartirá desde tu profesión -la cual supuestamente conoces- y de lo que sabes sobre escribir. No necesitas ser un experto ni el mejor del mundo para enseñar algo a alguien, ni para afectar de manera chingona la vida de tus alumnos. Cierra la boca a las voces que te detengan: tienes el mismo derecho que “alguien consagrado” a ganarte la vida con tu profesión, y, además, para todos sale el sol; hay todo tipo de alumnos, de todo tipo de niveles que agradecerán, te lo prometo, lo que puedas enseñarles.
¿Dónde y a qué horas lo voy a dar?
Y ahora que ya me decidí – a pesar de seguir oyendo las voces de desaliento- ¿en dónde lo doy o qué chingados?
¿Puedes darlo en una escuela o centro cultural? ¿Tienes los papeles y requisitos que te piden? ¿No? ¿Es muy tardado? Busca un café, bar o restaurant donde reunirte con tus alumnos. O expande tus opciones todavía más. Recuerda el plus de tu taller y sí, por ejemplo, el plus es dibujar, se te abre todo el espectro de escuelas de dibujo. ¡Usa tu imaginación! Puedes darlo en cualquier lado, ¡Pelea y Escribe se da en un gimnasio de box! Lo único que debes de tener en cuenta es:
Un lugar donde haya el silencio suficiente para que se escuchen.
Donde no te cobren un ojo de la cara y realmente te convenga dar un taller.
Ahora, a cuadrar el horario para que la banda pueda asistir. Como recomendación, siempre es mejor hacer el taller después de las 6 pm, ya que la mayoría trabaja y a partir de esa hora salen de sus chambas. O si quieres hacerlo en la mañana, los sábados o domingos. Pregúntale a los interesados.
¿Cuánto voy a cobrar?
Eso depende de ti. Los rangos en los que andan los precios de un taller de escritura varían, pero la mayoría están cotizados por horas y se tabulan dentro del promedio de lo que se paga por hora clase en las escuelas y universidades (entre $80 y $150 pesos por hora). Ojo, contempla que cosas como poner café y galletas, o refrescos y papitas, son un buen plus para cualquier taller. Si tus talleristas o alumnos se sienten cómodos y aprenden te van a recomendar a otros para que asistan a tu taller. Pero hay de todo. desde 300 pesos por una sesión de tres horas, hasta el de Pelea y escribe, que se cobra por mes, a 1,200 por tres horas cada semana. Sale a $100 pesos por hora, dentro del rango que te mencionaba arriba. Igual el taller que imparto para Subtrama.org, tiene un valor de $800, 4 sesiones al mes de 2 horas, y en uno de los que tomé en una escuela eran 2 horas por sesión, 4 sesiones al mes y el precio era de $500 (pero ellos no daban galletas). Como ves, todos están dentro del rango, tanto en la relación horas-precio. Cotiza tus gastos para sacar el precio del tuyo.
Pero valórate. Una regla básica es que la gente evalúa también, aunque inconscientemente, la calidad de tu taller según el precio. Si lo regalas van a pensar que a lo mejor no está tan chido, si lo cobras bien, a lo mejor te llega menos gente pero la que llegue estará bien comprometida.
En fin, esos serían los puntos básicos para armar un taller, claro, no es lo único, cosas como la forma de enseñar de manera pedagógica la escritura no es algo que se aprende de un día para otro y menos después de leer un post. Aprender a enseñar implica un trabajo arduo e implica también pulir tus propias herramientas como escritor. Sin embargo eso sólo se aprende con la experiencia y la experiencia sólo la da el tiempo y correr el riesgo. Así que si en realidad lo quieres hacer y si en verdad crees que eres capaz de dar un taller, no lo dudes sólo HAZLO. Es una parte importante de ser escritor, no tienes que ser un premio nobel o tener 3 libros publicados y un best-seller, seguramente si escribes, tienes más de una buena enseñanza que podrías compartir con alguien que quiere mejorar su escritura. En mi experiencia, mis pacientes y talleristas, más de una vez me han agradecido por alguna cosa que aprendieron durante las sesiones.
CONCLUSIÓN
Más allá del beneficio económico del taller, lo más valioso es lo que tu aprendes dándolo. Ya que la misma inercia de ser el que lo dirige te obliga a ser más analítico en los tallereos, y al final del día, en tu propios textos. Por consecuencia dar un taller también te funciona para mejorar tu escritura.
Todavía faltan más cosas para abarcar el tema, y la principal es la promoción. Hablaremos de ella en otro artículo.
Cualquier duda o si quieren intercambiar ideas, mis redes están abiertas para ustedes queridos escritores y colegas, que Tinta Chida es para conectarnos. Muchas gracias por leerme.