¡No le saque! ¡Metale cuchillo a su escrito, corte, recorte y póngase a chillar con magdalena siguiendo los bonitos consejos de Nora Coss, Samurai chillona y chingona y que lo guiará para no tener compasión, machetear al ego y pulir los textos lo mejor que se pueda!
uánta mamada, qué irrelevante, no se entiende nada, esto no es ni remotamente literatura
En esta entrada quiero compartir –desde mi lado más egocéntrico– las cosas que hago cada que edito/re-escribo/cerceno los textos que escribo; espero que algo de esto les sirva, y si no, pos al menos pásenla chido con mis tormentas.
Para empezar, cuando termino un texto me pendejeo bien cabrón, soy la crítica más ojete que puede haber en el mundo, Avelina Lésper es un bombón al lado mío. Termino y literal me digo: cuánta mamada, qué irrelevante, no se entiende nada, esto no es ni remotamente literatura, dedícate a planchar, wey, consíguete una vida, o mínimo una mascota o un novio -dudo que lo consigas, nadie te va a querer, mujer sin talento-, ya, a la verga la vida. Así. Eso me digo, frente a mis ciento ochenta cuartillas después de trabajarlas durante cuatro años. Pendeja, Nora, no lo tienes, latigazos, rodillas sangrantes, huelga de hambre, y me duermo como bebé, eso sí, después de una sesión de llanto incontrolable.
Al día siguiente, hago más o menos lo mismo y así durante varias semanas. Mis amigos me odian, si tengo algún amor, lo pierdo, o me abandona, mi familia me repudia, “eres una gran decepción, nunca escribirás el Harry Potter que te sacará de pobre”, y me sumerjo en el alcohol y el Netflix, claro, sin que falte la sesión de llanto magdalenoso por las noches.
Ya cuando termina mi procesión, me levanto, cual Cristo resucitado, y me siento frente a mis hojas -impresas, de preferencia- y como fui niña de colegio de monjas y tengo principios de autismo y TOC y no tengo vida, tomo una pluma rosa, una verde y una azul, y me voy, página por página, párrafo por párrafo, pensando en responder las siguientes preguntas:
- ¿Qué de esto es un desahogo de mi patética y miserable vida o un capricho producto del ego herido de Nora Coss? Marcar con pluma rosa.
- ¿Qué de esto es para complacer a lo mainstream, es que me quiero parecer al autor de moda, es la agenda política del momento, lo que premian, lo típico que se ve en la mesa de novedades, lo que de seguro le pueden dar ciento cincuenta likes y cien retweets, lo ñoño tipo Saved by the Bell o Dawson’s Creek o Xavier Velasco, listas de sustantivos a la seudo Cortázar o lo que escribiría el autor del siglo XVIII que tanto adoro y venero? Marcar en verde.
- ¿Qué de esto no le pertenece a esta ficción?, o sea, porque sí me pasa, y muy seguido, que un personaje se me cuela, así como juan por su casa, acá de ola ke ase, metiéndose en ficciones que no le corresponden o ke ase. Lo marco en azul y le pongo “aquí no vas, compadre”.
Ya que tengo mi texto impreso rayoneado cual tarea de mate revisada en prepa, me voy al archivo digital. Y como soy antibudista y soy super aprensiva y no entiendo ese concepto de la impermanencia, lloro con cada frase que le doy cuello, pero PERO tengo un placebo para este tipo de situaciones: para cada ficción creo un archivo que le denomino: “el archivo de los párrafos sin lugar de X”, siendo X el texto de narrativa en turno; en el caso de teatro lo titulo “el archivo de las escenas sin lugar X”, siendo X la obra de teatro en turno. Así siento que no estoy “tirando mi trabajo a la basura”, sólo lo corto y lo pego en otro archivo, ya, no se pierde, chingón: Buda, búscate otra creyente. Peco de recolectora, no puedo pensar en desperdiciar frases, personajes, momentos, porque uno nunca sabe cuándo los puede necesitar, soy como esas personas que salen en los programas de Home&Health que acumulan chatarra, pero yo acumulo párrafos -chatarra- Y me vale. Así funciono y me chingué.
Soy como esas personas que salen en los programas de Home&Health que acumulan chatarra, pero yo acumulo párrafos Share on X
Ya que tengo estos archivos maravillosos, voy vaciando allí esos títulos, diálogos, personajes, párrafos, capítulos enteros que entraron en alguna respuesta de las tres preguntas anteriores y ahí los tengo, guardaditos en mi Dropbox, en mi Google Drive y en mi One Drive. Estos archivos tienen la extensión del doble, o a veces hasta el triple de la obra “que sí va”. Y ni pedo. Desapego, chavos. Like in Frozen: Let it go. Cuando de plano le tengo mucho cariño a una frase dominguera, pos la twiteo y ya; nadie le da like, pero al menos ahí está, en mi timeline. Cuando quiero levantar mi autoestima reviso mis tweets, me enamoro falsamente de mí, lloro desconsoladamente por mi autoengaño, y me voy a dormir. Y sí, me caigo súper mal porque lloro por todo, por eso me dejó mi ex. Por eso y por no-poeta.
¡Y esto es la primera vuelta, compas! Vuelvo a perder amigos, familia, amores, alcohol, Netflix, etc, y de nuevo, imprimo hojas, plumas de colores, y ahora me pongo otros dos filtros:
- ¿Qué de aquí, si se lo leo a mi abuelita, me va a decir “ay, mijita, no le entiendo, ¿para eso dejaste tu casa y a tu madre y tu pobre abuela que te extraña tanto”? Marcar con morado.
- ¿Qué de aquí tiene un verbo mal conjugado, una palabra mal empleada o comas de más, puntos de más, comas de menos, puntos de menos, puntos y comas de menos, frases no efectivas, o cojas? Eso se supone que debe ir en amarillo, pero yo la neta soy pésima para identificar las comas de más, los puntos de menos, pero al menos me pongo en mi papel de correctora de estilo sin degree y hago lo que puedo con lo que tengo. Chingona no soy, pero le echo ganas. Eso me digo cuando uso mi plumita amarillo de la puntuación y redacción.
En este proceso no hay mucha sangre -de texto- sólo unas cuántas correcciones en palabras y puntuación, pero yo me subo de nuevo a mi cruz y -¿POR QUÉ NO?- me autocrucifico mientras corren ríos de sangre y lágrimas e ilusiones diluidas. Y ahí, arriba en la cruz y en mi tono de oh, Dios, por qué me has abandonado, lloro porque cómo es posible, si yo soy una escritora, debo saber usar las palabras, los artículos, las preposiciones, soy una bestia que no sabe usar el pretérito pluscuamperfecto subjuntivo, Osorio Chong redacta mejor que yo, ¿por qué no simplemente me dedico a cuidar pandas? Intento de suicidio, alcohol, Netflix, etc, etc, etc. Aun así, saco la casta y así termino mi segunda vuelta.
¡Osorio Chong redacta mejor que yo! Share on X
Sobrevivo, por enésima vez, quién sabe cómo, pero lo hago. Vuelvo a imprimir el texto, y ahora, lo leo en voz alta. Aquí sólo uso un lápiz, porque en esta vuelta sólo marco si falta música, si le falta candencia o ritmo o si apesto y mejor dono mis órganos en vida a alguna persona que sí tenga talento. Aquí ya no lloro tanto, porque en este punto me he deshidratado de tanto lloriquear.
Ya que pasé las tres fases (la de cercenar a la Kill Bill y de engañar a Buda, la de pulir y la de escuchar), me digo: bueno, ya qué. Y a la siguiente escritura.
P.D. No usé tinta azul porque no permití que ustedes vieran personajes que no van a este post, porque luego me los roban y me plagian y lo voy a tener que perseguir hasta que los mate física y literariamente.
P.D.2. Seguro hay lugares que debí haber marcado con pluma amarilla, pero then again, soy una pendeja iletrada inculta que merece lo peor de lo peor. Per-dón.
P.D.3. No usé tinta morada porque mi abuelita es bien pinche lista y entiende todo.
P.D.3. Nunca va a faltar el hater que opine: esta pendeja no sabe ni escribir ni editar, qué pedo con este post.
P.D.4. ¿Y por qué usé ese título que nada qué ver? ¿Qué color le pones a eso, Nora Coss?