Sobre el miedo y el desconcierto de los escritores que empiezan y los consejos que reciben de los escritores “consagrados” que en el fondo no tienen ni idea de cómo lo hicieron.
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Esta entrada fue publicad primero en inglés en www.terribleminds.com
Me llegó un mail muy bonito de una chica muy linda que decía (y éste soy yo parafraseándola) que su problema no era el bloqueo de escritor, sino algo más grande y al mismo tiempo menos tangible. Me dijo que era una escritora joven y que:
Estar en el punto que estoy en la vida hace muy difícil imaginarme a mí misma como la escritora publicada y respetada que quiero ser algún día. En teoría, ya sé lo que tengo que hacer. ¿Pero en serio es tan simple como ‘tú sólo haz el trabajo que tienes que hacer y un día estarás ahí?’. ¿O me estoy perdiendo de algo? Porque hay una parte de mí que siente que a lo mejor no tengo lo que se necesita, aunque trabaje duro y me digan que tengo buenas ideas y amigos en los que confío crean que soy talentosa. Ya busqué en internet, pero parece que no muchos comparten este sentimiento. Así que pensé que a lo mejor la perspectiva de un escritor con más experiencia podría ayudarme. ¿Cuáles eran las más grandes preocupaciones, problemas, filtraciones tóxicas que tenías cuando empezaste? ¿Eran parecidas a las mías? ¿Cómo les diste la vuelta?
Lo primero que pensé fue: «voy a mandarle mis consejos sobre cómo nos debe importar menos, a lo mejor ése es el problema»: Todo el mundo tiene, no sólo los escritores, un bonche con algunos «me vale madres» disponibles para usar a lo largo del día. Y utilizamos esos «me vale madres» en lo que queremos o podemos. A veces es reconfortante y hasta chingonamente energetizante decir: ya se me acabaron los “me vale madres”. Pero no para los escritores. Para nosotros no es una opción. A nosotros literalmente todo nos tiene que valer madre. Pero al mismo tiempo, hay escritores que se gastan sus «me vale madres» muy rápido, los desperdician como si fueran unos de esos apostadores en la Vegas que arriesgan todo en la mesa de la ruleta: «TODO AL 42 ROJO»; la señorita se le queda viendo así de: «pero si la ruleta sólo llega hasta el 38», pero el apostador le contesta: «CÁLLATE Y TOMA TODOS MIS ME VALE MADRES». Un escritor que se los gasta así, se pone demasiada presión a sí mismo; lo vuelve demasiado importante, un peso muy pesado, tanto que el riesgo puede ser paralizante.
Entonces, lo siguiente que pienso contestarle a esta chica es:
«Bueno, los escritores escriben, así que vete a escribir».
Pero la verdad no sé si eso lo que está pasando aquí.
Esto es lo que recuerdo de cuando era un escritor joven y sin probar.
No sabía que chingados estaba pasando.
Lo que recuerdo de cuando era un escritor joven y sin probar. No sabía que chingados estaba pasando. Share on XBueno, como que entendía el principio. Te sientas, tecleas la palabra farfullar en tu maquinita de escribir y luego la acomodas para formar una historia, ¿y luego? Luego el tercer paso: llorar bajo tu escritorio. Y a lo mejor en algún momento en el futuro, EL Gran Publicador tocará tu puerta masticando un puro y te dirá una onda como: «AQUÍ ESTÁ TU ENTRADA, HIJO. TU ENTRADA PARA LO BUENO. YA ERES UN BESTSELLER – UN AUTOR CONSAGRADO- ¡SIGUE ESCRIBIENDO! AQUÍ ESTÁN LAS LLAVES DE NUEVA YORK Y EL NÚMERO DE TELÉFONO DE NEIL GAIMAN. ¡AHORA SÚBETE AL UNICORNIO Y CABALGUEMOS JUNTOS, CAMPEÓN!
EL Gran Publicador tocará tu puerta masticando un puro y te dirá una onda como…
Pero la verdad, se siente como si fueras el invitado de una fiesta donde no conoces a nadie. No conoces las reglas — ¿Está bien agarrar un puño entero de Rancheritos? ¿Dónde está el baño; se puede usar la toalla de manos? ¿Es eso que escuchas en el primer piso una orgía? ¿Cuáles son las reglas de etiqueta de una orgía? ¿Se supone que debería de haber traído mi propio lubricante? ¿De silicona o con base de agua?
Ser un escritor nuevo, sin probar, es como estar en una orgía donde no conoces las reglas de etiqueta. Share on XO peor tantito, es como si todos en la fiesta hablaran un idioma más o menos diferente. Sigue siendo español, pero hay un caló, una jerga, una sensación de que te metiste a una subcultura que no es la tuya. Todos suenan desenfocados, como si estuvieras oyendo a un montón de programadores o ejecutivos de Wall Street drogados, inventándose palabras.
No se trata sólo de escribir — escribir no es, por sí mismo, una tarea muy difícil. Como dije: tecle-teclear-tecle-teclear y listo, ya escribiste algo. El problema está en los vientos huracanados de desconcierto que aúllan alrededor del acto central: ¿Qué es escribir bien? ¿Cuáles son las reglas? ¿Cuál es tu voz? ¿Qué están haciendo los demás? ¿Alguna vez me publicarán? ¿Un agente? ¿Un editor? ¿Autopublicado? ¿Qué es contar buenas historias?¿Qué chingados son los géneros y por qué importan? ¿Qué? ¿Por qué estoy haciendo esto? ¿Por qué mi alma se siente así? ¿Qué? ¿Tengo ganas de llorar? ¿Estoy llorando? Estoy llorando. Estoy comiendo taquis a las tres de la mañana y estoy encuerado y acabo de terminar otro cuento que seguramente no es muy bueno o a lo mejor sí lo es y no lo puedo ver AHHH y no tengo ningún tipo de contexto sobre nada de lo que hago.
Y ahí está el detalle. Nos falta contexto. Nos falta instinto, experiencia y conciencia.
Así que lo buscamos.
Buscamos contexto en otros escritores — y en toda la industria— .
Nos dan consejos. Nos saturamos de información como nuestros dedos en esa bolsa de taquis de las tres de la mañana; y nuestros dedos quedan atascados de polvito picoso, pero nos sentimos envalentonados con toda esta nueva información.
Y casi siempre esa información es una mierda.
Es una mierda porque casi todos están fingiendo confianza.
Están creando contexto inventándoselo.
No uses adverbios», excepto que ¡hello! hay un chingo de palabras que son adverbios:
Yo también lo hago. Todos lo hacemos. Todos tenemos nuestras pequeñas reglas para escribir, nuestras formas para hacer las cosas, y la verdad es que están untadas, aunque sea un poco, con una crema hecha de pendejadas. Alguien dice: «No uses adverbios», excepto que ¡hello! hay un chingo de palabras que son adverbios: mucho, muy ,demasiado, primero, aquí, despacio, nunca, dónde. O: «En los diálogos nunca uses otro verbo que no sea dijo», excepto que casi en todos los pinche libros ves diálogos del tipo: el masculló, ella musitó, él gruñó, ella crujió; O: «Nunca empieces una historia hablando del clima, o con un personaje hablando de sí mismo, o con diálogo, o con una introducción, o con un pingüino en skis, o con dos vampiros mamándosela el uno al otro, o con un problema de matemáticas, o con un escritor masturbándose viendo el show de Laura en América.. y entonces… tan tan tan tan: lees cómo diez libros que rompen esas reglas y son bestsellers. O son libros con mucho valor literario aclamados por la crítica. O por lo menos son libros que pudieron llegar al librero de alguien. ¡Pero llegaron!, te dices a ti mismo tartamudeando mientras las imágenes de Laura en América desnuda te hacen temblar de pies a cabeza.
Y se vuelve peor cuando haces caso a los tips para publicar. Oigo estos pésimos consejos todo el tiempo: «Nadie consigue un agente literario mandando cartas a las agencias», oí hace poco. Sí, nadie, excepto yo. Además de un chingo de escritores que conozco. «Ninguna editorial lee las novelas que les llegan». Completamente cierto, excepto cuando no es así. «La fantasía urbana no vende», y la siguiente semana lees que van a publicarse dos nuevas series de fantasía urbana —¡Chingá! Ni siquiera los editores lo saben todo. Te gustaría que lo supieran. Crees que deberían saberlo. Pero cuando aparece una nueva moda y atraviesa la cultura del libro como si fuera un tipo de sífilis ultra contagiosa, lo mejor que pueden hacer es capitalizar esa moda que fallaron en predecir.
Lo que quiero decir es:
Ninguno de nosotros sabe qué putas está haciendo. Menos cuando se trata de escribir.
Se que no sabemos porque entre más nos sumergimos en esta carrera, menos parecemos saber. ¡Oh, aunque tenemos ideas! Literalmente explotamos tus oídos con nuestras muy importantes mamonas charlas de autor, pero al final del día todas las pendejadas que decimos probablemente serán desaprobadas al hablar con otros 5 escritores, y la mayoría de veces esa mirada en el negro de nuestros ojos es de puro desconcierto. La mejor y más honesta respuesta que podemos dar a todas tus preguntas será un vigoroso y exasperado encogimiento de hombros.
Aunque eso no significa que no sepamos algo. Es como si estuvieras hasta abajo de la montaña viendo para arriba. Nosotros estamos en medio, o a lo mejor en la cima, mirando hacia abajo. Tú tienes la escalada delante de ti, y nosotros tenemos la escalada atrás de nosotros. Nosotros tenemos la vista completa del valle. Tú sólo puedes ver la montaña. Nosotros sabemos un poquito sobre escalar. Conocemos algo del equipo y tenemos algo de idea sobre lo que nos costó subir hasta aquí desde donde tú estás. Sólo te podemos decir lo que sabemos y lo que hicimos —y eso no es completamente útil.
Ninguno de nosotros sabe qué putas está haciendo. Menos cuando se trata de escribir. Share on XMira, arriba, en el pico, sólo hemos alcanzado un nuevo nivel de pendejéz.
«¿Qué es ese montón de agua de allá?”
¡Puta madre si sé!
“¿Cómo es que sobrevivimos esa grieta abismal donde anidan las comadrejas de nieve?”
¡Ni puta idea!
«¿Cómo le hacemos para bajar?»
Se me hace que vamos a morir aquí.
“Oh.”
Para ser escritor no hay un camino señalado, ni bien iluminado. Tampoco un mapa. Ninguna aplicación para tu smartphone. El terreno cambia conforme caminan sobre él. Nuevos acantilados. Cuevas diferentes. Las comadrejas de nieve se convierten en osos del infierno. Los textos sagrados que encontramos en las grutas mientras subíamos, son sagrados para nosotros pero herejía para los demás.
Para ser escritor no hay un camino bien iluminado. Tampoco un mapa ni app para el smartphone.
La chica que me escribió el mail probablemente esté diciendo:
«Vale madre, nada de este choro me está ayudando»
Lo que muy seguramente es cierto.
Para ser escritor no hay un camino bien iluminado. Tampoco un mapa ni app para el smartphone. Share on XAunque, esperanzadoramente, tal vez esta falta de idea que abunda en todos los estratos de Esta Cosa Que hacemos, sea reconfortante. Por que no es que sólo los escritores jóvenes sean los únicos que no tienen ni puta idea de lo que está pasando ni de cómo funcionan las cosas. Simplemente estamos inventándolo conforme avanzamos. Algunos de nosotros tenemos un poquito más de contexto — somos los invitados de la fiesta, los que balbucean la jerga escritoril y los que conocen las reglas de etiqueta para la orgía. Pero aguanta vara: estamos inventado la jerga conforme se nos ocurre. Inventamos las reglas de etiqueta de la orgía conforme la orgía se desarrolla, porque, ¡No mames, güey!, las orgías no son problemas matemáticos. LAS ORGÍAS SON ARTE. Y escribir es igual — no es un experimento científico calculado. No es «tómate esta pastilla para que se te quite el dolor de cabeza». No es X = Y. Es azar: «¿Debería meterte esto por ahí? ¿Sí, seguro? » ,»A ver, dóblate de las de acá, voy a probar esto», «Humm, una vez traté eso en una orgía en Acapulco, pero no funcionó».
LAS ORGÍAS SON ARTE. Y escribir es igual — no es un experimento científico calculado. Share on XCompartimos información. Hacemos lo mejor que podemos, y la mayoría de las veces, ahí va saliendo ¿no?
Pero bueno, siento que no estoy ayudando.
Así que intentemos esto:
De todas las pendejadas que se han escrito sobre escribir y publicar, creo que vas a encontrar una serie de constantes.
Estas constantes siguen siendo necesarias para hacer esa cosa que quieres hacer: ser escritora.
Y hacer estas cosas una y otra vez te van a dar la confianza para continuar (y por cierto, no te preocupes por eso de si eres lo suficientemente buena. Porque nadie tiene idea de lo que significa «suficientemente bueno». Deja que los demás se preocupen por eso. Tú preocupante por si quieres o no ser escritora. Y si quieres, entonces escribe y hazlo lo mejor que puedas para seguir estas constantes)
Nadie tiene idea de lo que significa escribir bien. Deja que los demás se preocupen por eso. Tú sólo escribe.
Nadie tiene idea de lo que significa escribir bien. Deja que los demás se preocupen por eso. Tú sólo escribe. Share on X
Las cinco constantes
- Escribe mucho (y hasta terminar)
- Lee mucho (y hazlo críticamente)
- Piensa acerca de escribir y contar historias
- Vive la vida
Eso es todo.
Creo que ni siquiera necesito explicar estos puntos, en serio, me gustaría creer que son bastante obvios. Si quieres escribir, necesitas escribir. No importa quién seas ni los problemas que tengas: los escritores escriben. Y los escritores terminan las chingaderas que escriben. Y también leen un montón. Nunca he conocido a un escritor que no lea. Como seguramente no hay ningún chef al que no le guste la comida. Tienes que darle a Esta Cosa Que Hacemos tiempo, pensamiento y energía. Y aunque realmente ninguno de nosotros sabe que chingados está pasando, ayuda hablar con otros escritores. Al menos por solidaridad. Aunque sea para encogernos de hombros todos juntos, o para manejar nuestro coche hasta el borde del abismo, onda Thelma y Louise. Y más allá de eso, es la vida misma. Una vida que demanda ser vivida. Una vida que dará combustible a las palabras, una vida que formará las verrugas y manchas y pequeños huesos de las historias que quieres contar.
Ninguno de nosotros sabe que putas chingadas madres está haciendo.
Pero para ganar la confianza que necesitas, a veces tienes que actuar como si supieras.
Nunca he conocido a un escritor que no lea. Como seguramente no hay ningún chef al que no le guste la comida. Share on X