Guía ultra práctica para sobre tipos de escuelas, cursos, talleres, diplomados, maestrías para ser escritor, y qué te deja cada opción.
Desde niño lo tuve muy claro: de grande sería escritor.
Crecí convencido de que así sería, y todo iba bien, todo tranquilo. Entonces llegó ese momento inevitable, cerca de finalizar el bachillerato, cuando me preguntaron seriamente: ¿qué quieres a estudiar?
—Pues voy a estudiar para ser escritor.
¿Es en serio? Debes estar bromeando; déjate de juegos. A ver, otra vez: ¿qué vas a estudiar?
Es una pregunta que muchos escritores nos hacemos en nuestros inicios. Tenemos una vocación muy clara, pero no existe algo así como una carrera para ser escritor. ¿O sí?
¿Qué hacer entonces?
Ya se ha dicho antes por aquí: el escritor se hace escribiendo. Pero a la hora de decidirse por una ruta académica que nos aproxime a la escritura, o cuando menos, que no nos aleje tanto de ella, el asunto se vuelve más complicado.
Desde mi experiencia, puedo decir que cada quien sigue su propia ruta; las hay más largas y más cortas. Eso sí, ninguna es sencilla. Sin embargo, ¿qué hacer cuando no se sabe por dónde comenzar? Y más tarde, ¿por dónde se puede seguir?
Actualmente, como muchos de quienes firmamos el manifiesto de Tintachida, yo me considero escritor de tiempo completo. Eso no significa que viva de esto (económicamente hablando, no por ahora), pero sí puedo decir que me costó mucho llegar a tener esta convicción. Por eso escribo esto: una breve guía de cómo y qué se podría «estudiar para ser escritor». Desde luego no pretende ser una guía definitiva, pero espero pueda servir de algo a quienes permanezcan leyendo.
PRIMERA PARTE: CARRERAS UNIVERSITARIAS
En el bachillerato tuve un profesor muy buena onda que me dijo: No hay algo tal como una carrera universitaria para ser escritor. Pero sí hay profesiones que te pueden ayudar a serlo. Y estas fueron sus recomendaciones:
Literatura (Letras y otros nombres afines): es una carrera que aproxima directamente al mundo de los libros, sus autores y su contexto. Pero no es, como podría pensarse, una fábrica de escritores. No se confunda. En realidad, se espera de quienes estudian esto que se desarrollen como investigadores e incluso críticos literarios (entre otras chambas menos académicas, claro). Podría decirse que son lectores profesionales. Con esta carrera se puede, desde luego, utilizar las herramientas de análisis aprendidas, y con ellas cometer crímenes textuales muy bien elaborados. Aunque, claro: estudiar Literatura no es garantía de nada.
Filosofía: Hasta donde sé, antes era común que “Filosofía y Letras” fuesen una sola carrera. Actualmente se han separado en la mayoría de las universidades, aunque no dejan de ser cercanas, amigas, íntimas, consejeras. Claro: si no hay buenas ideas, o ideas claras que expresar, no hay nada, o hay poco que escribir (en teoría). Esta profesión puede ser un excelente gimnasio para el entrenamiento de argumentos sólidos, la creación de textos críticos y la generación de reflexiones atinadas y pertinentes para la lectura y la escritura de la realidad.
Periodismo: Martín Caparrós, un gran escritor y excelente periodista, lo dice mejor de lo que yo podría: «Se suele decir escritor y periodista, o periodista más que escritor o escritor más que periodista. Yo nunca he creído que haya posibilidad de hacer un distingo entre ambas funciones, porque, para mi, el periodista y el escritor se integran en una sola personalidad». Tal vez sea cierto. De alguna forma, hacer periodismo es leer la realidad y convertirla en palabras; las letras puestas en acción; la escritura al servicio directo de la sociedad.
Historia: Finalmente, esto es lo que hacemos: historias. Si lo que queremos es escribir sobre la realidad, esta carrera brinda un amplio conocimiento de ella; de lo que ha ocurrido desde el probable comienzo de los tiempos hasta este punto de nuestras existencias. Si lo que queremos es escribir ficción, recurriremos a la imaginación, sí, pero saber a fondo cuándo y dónde ocurrió lo que «inventamos» puede ayudarnos a crear textos muy potentes. Al final, la Historia es memoria. Y ya lo dijo Vladimir Nabokov: «la imaginación es una forma de la memoria». Todo se une.
Psicología: El enfoque de esta carrera ya se aleja propiamente de la escritura, pero se acerca más al estudio del ser humano. ¿Qué sería de la Literatura si no existiera para intentar comprendernos mejor los unos a los otros? Para fines concretos de la escritura creativa, desde la psicología se pueden generar personajes con trasfondos muy interesantes y complejos, aunque también se puede desarrollar una gran sensibilidad a la hora de hablar (y escribir) acerca de personas de carne y hueso. Esto último, me parece, es más que necesario.
Comunicación (Social, Audiovisual y otros apellidos): Para mí, este es un bonus track, porque la Comunicación, como carrera, ha sido, es y seguirá siendo una amalgama de muchas ramas de estudio y atiende a muchos intereses profesionales. Lo cierto es que en Comunicación se pueden conocer muchos ámbitos de la escritura. Y mejor aún, otros lenguajes de expresión: imagen, audio, multimedia y lo que venga. Entre sus materias se suelen ofrecer nociones básicas de narrativa (para su creación y para su análisis), aunque ojo: un comunicador, aunque escriba, no es necesariamente un literato, ni un periodista. A menos, claro, que se dedique y se entregue a ello.
Escritura Creativa: Este no sólo es un bonus track, sino que es de mi propia cosecha. Porque, ya sea por alineación de los astros, caridad de los dioses, tendencias del mercado, o porque las universidades han comenzado a ver la urgencia de formar buenos escritores, menos frases bonitas y más reflexión, menos face y más book, actualmente comienza a surgir la Escritura Creativa como profesión. Su base, como en Letras, sigue siendo la Teoría Literaria, pero su tirada es especializar en escritura de ficción, no ficción, ensayo y poesía. Lo que muchos escritores habríamos querido estudiar en su momento pero bueno, ya es opción. ¿Te imaginas poder decir: mi tesis fue una novela? Pues esta es la carrera, al parecer. Lamentablemente, todavía son pocas las universidades que ofrecen esto; por lo tanto, las plazas escasean (o eso quiero creer). Así que, por si acaso, siempre es buena idea tener un plan B.
Cabe mencionar que ninguna de estas profesiones es indispensable para ser escritor. He conocido (personal y literariamente) a escritores cuyas plumas actúan financiadas por su labor desde la dramaturgia, criminología, antropología, ciencias políticas, ingeniería, química y hasta enfermería. No por nada, se sabe que Anton Chéjov dijo: «La medicina es mi esposa oficial, pero la literatura es mi amante». Así que cualquiera puede vivir en esta bigamia, siempre que esté dispuesto a pagarle su merecida pensión a la escritura. Lo importante, creo yo, es tener la mirada afinada, la sensibilidad creativa, una actitud crítica de la realidad y ganas, muchas y verdaderas ganas, de escribir, escribir y escribir.
SEGUNDA PARTE: CURSOS Y POSGRADOS
Supongamos que ya estudié o estoy estudiando una carrera universitaria y ese no es el verdadero problema. Lo que yo quiero es cursar algo complementario. Un taller, un diplomado; algo que me ayude a mejorar mi escritura, o aprender a escribir. ¿Cuál es la mejor opción? ¿Cómo elegir?
Creo que esta es una pregunta complicada porque, sí, hay una gran oferta de escuelas y cursos, algunos diplomados y una cuantas maestrías y doctorados. Rascándole, podemos encontrar algo de esto en nuestra ciudad, pero si eso no es suficiente, también hay muy buenas ofertas en Internet. Hasta Tintachida le ha entrado a la pelea con sus propios cursos.
Por eso, quisiera hacer una breve clasificación entre lo que puede ofrecer un tipo de curso y otro, para luego decidir qué es lo más conveniente.
Cursos y talleres: Los hay de muchos tipos y para toda clase de escritores; desde principiantes hasta experimentados; cuentistas, ensayistas, novelistas y poetas; realistas y fantásticos, cronistas y cineastas, etcétera y etcétera. El asunto es que un curso o taller no suele «enseñar a escribir» realmente, sino que puede brindar recursos para despertar o desatrofiar la creatividad, para afinar la técnica, para corregir errores, para exigir más rigor y seriedad (y que nos tomemos más en serio eso de ser escritores), para continuar con un trabajo ya empezado o hasta para anotarle un knock out a ese proyecto que nomás no se dejaba vencer (pero ya está, por fin, terminado. Amos por una cheves a festejar). Como verás, son un buen punto de partida para los más amateur, pero también son una buena opción para no dejar que la máquina se oxide. Porque pasa. Es muy fácil perder condición.
Diplomados: La diferencia que veo entre estos y los curso-talleres es que suelen ser programas de formación seriados y a plazos medianos o largos (desde los seis meses hasta los dos años). Te llevan de la mano desde el punto alfa hasta el punto omega; te ayudan a fijar el GPS, pero atraviesas el mapa con un guía turístico; pasan todos juntos por los muchos nudos de un proyecto, combaten al peligro, zombis por aquí, narcos por allá, versos fáciles, tramas incongruentes, fallos y más fallos por acullá. Al final, se pretende que lleguen todos, o los más persistentes, hasta el feliz desenlace de un proyecto, ya sea culminado, o bien encaminado. Son carreras de fondo, son historias de supervivencia y, como tales, suelen demandar más compromiso hacia uno mismo. A veces, también, hacia los otros participantes.
Posgrados (Maestría y Doctorado): Ya hemos hablado en Tintachida de lo que puede aprenderse en una maestría de Escritura Creativa, así que sólo agregaré que son parecidos a los diplomados, con diferencias notables: Aunque hay algunas excepciones, suelen impartirse en universidades y, por lo tanto, otorgan al participante un título. (Ya sabes: «papelito habla»). Por lo tanto, suelen exigir más rigor y calidad (además de dinero) pero a cambio te ofrecen el acceso a la comunidad universitaria en la que te encuentras. Pero, sobre todo, una buena maestría o doctorado te puede brindar contacto con la actualidad literaria: escritores y editores que viven en el medio y del medio y para el medio, ahora mismo. Sólo que hay un detalle: la mayoría se encuentran fuera de México (y Latinoamérica, hasta donde entiendo). Los más prestigiosos se encuentran en Estados Unidos y en España, para el mundo de habla hispana. Si tienes oportunidad de lanzarte a la aventura y estudiar alguno, créelo: es una experiencia que vale totalmente la pena. Se pueden hacer cosas muy interesantes en esas aulas. También muy buenas amistades.
OK, ¿PERO DÓNDE ENCUENTRO ALGO DE TODO ESO?
Como ya se dijo, la oferta es muy grande y sería imposible abarcarla toda. Aun así, vale la pena mencionar algunas de las opciones existentes para tener la info a la mano. Por si se ofrece:
En México…
Escuela de Escritores de la SOGEM: imparte diversidad de talleres y cursos para escritores de todos los niveles, desde hace más de treinta años. Quizás el más conocido es su Diplomado en Creación Literaria, en el cual brinda formación para la escritura de narrativa, teatro, radio, guión de cine y televisión, periodismo, poesía y ensayo. Sí, es una de las opciones más populares en México. Actualmente cuenta con actividades en las ciudades de CDMX, Guadalajara y Querétaro. Más información en: sogem.org.mx
Escuela Mexicana de Escritores: También asentada en CDMX, ofrece un Diplomado en Creación Literaria, un Diplomado en Escritura de Imaginación, otros cursos y talleres, además de asesorías especializadas. Más información en: laescueladeescritores.com
Literaria: En la Cdmx, pero con un campus virtual (a demás del presencial), o sea, online, desde dónde se puede estudiar en cualquier parte del mundo. Dirigida a quien desea perfeccionar sus textos y aprender nuevas herramientas. Poesía, cuento, novela, teatro, mitología y fenomenología del imaginario son, entre otras materias, la base de su plan de estudios. www.literariacentro.org. Es nueva pero tiene algunos de los mejores maestros y el fundador fue fundador de la Escuela Mexicana de Escritores, de la que salió para crear algo mejor.
Trithemius: desde Guadalajara, ofrece cursos y talleres específicos, dirigidos a diferentes públicos de escritores y lectores. Algunas de sus actividades se llevan a cabo de manera presencial y en línea. También cuentan con asesorías personalizadas y apoyo para proyectos especiales. Más información en: www.trithemius.mx
Universidad Autónoma de la Ciudad de México: A diferencia de las opciones anteriores, la UACM no es una escuela de escritura, obviamente, sino una comunidad universitaria en la que participan estudiantes de diferentes carreras y, por lo tanto, puede haber mayor intercambio interdisciplinario. Entre sus carreras cuenta con la Licenciatura en Creación Literaria, con la cual comienza a abrirse la posibilidad de ser un «escritor con título». Más información en: www.uacm.edu.mx
Universidad del Claustro de Sor Juana: otra universidad que ha integrado a su oferta académica la Licenciatura en Escritura Creativa, aunque también ofrece cursos y talleres de escritura, dentro de su programa de Educación Continua. Estos últimos pueden tomarse de manera presencial o en línea. Más información en: www.ucsj.edu.mx
Casa LAMM: Ubicada en la Ciudad de México, se trata de un espacio para el estudio y difusión de las artes, a partir de diferentes actividades. Ya sea entre sus muros, o en línea, se puede estudiar diversos cursos, talleres y un Diplomado en Creación Literaria, aunque también se puede optar por la Licenciatura en Creación Literaria, la Maestría en Apreciación y Creación Literaria y, por si fuera poco, un Doctorado en Investigación y Creación Literarias con especialización en la Novela (éste último sólo es presencial). Más información en: www.casalamm.edu.mx
Fundación para las Letras Mexicanas: es un caso especial, pero vale la pena conocerlo. Aunque se trata de otro espacio para la formación de escritores, aquí no hay inscripciones voluntarias. Cada año, la f,l,m. lanza una convocatoria por medio de la cual se otorgan algunas becas para escritores de 18 a 30 años. Los becarios se comprometen a residir en CDMX para trabajar durante un año en un proyecto de Dramaturgia, Ensayo, Investigación, Poesía o Narrativa, asistir a seminarios y cursos especiales, así como colaborar con la creación y actualización de la Enciclopedia de la Literatura en México. Más información en: flm.mx
Tintachida: No podíamos dejar de mencionar que la comunidad lectora (que es también una comunidad de escritores) de esta revista puede apuntarse a los cursos que acá se organizan. Son un poquito más terrenales, pero tan profesionales como el oficio merece. De la banda para la banda. Se renuevan constantemente (para que no dejes de revisar qué hay de nuevo) y todos se encuentran en línea. Más información en: tintachida.com
En otras partes (presencial y online)
Escuela de Escritores de Madrid: Entrando al terreno de las escuelas españolas, esta es una de las que ofrecen mayor variedad de talleres para todo tipo de necesidades y niveles. De aquí, cabe destacar su Máster en Narrativa (que sólo existe de manera presencial), y sus Itinerarios de Novela y Relato (que sí se pueden tomar en línea). Éstos dos últimos constan de tres cursos, a lo largo de los cuales se desarrolla un proyecto concreto, desde la concepción de la idea, hasta la culminación de su primer borrador. Más información en: escueladeescritores.com
Escuela Cursiva de Penguin Random House Mondadori: Así es, el monstruo corporativo de editoriales en español ha puesto a disposición del mercado un portal en línea para la impartición de cursos de edición y de escritura, además de un curso anual de novela. Quizás lo más atractivo de Cursiva es que ofrece la posibilidad de recibir retroalimentación por parte de editores profesionales. Aunque no hay engaño; ellos mismos los anuncian: estudiar allí no garantiza (ni aproxima) a ser considerado para una publicación posterior. Igual la experiencia puede ser muy buena. Más información en: escuelacursiva.com
Universitat Pompeu Fabra: si quieres brincar el charco, aquí puedes cursar el Máster en Creación Literaria. Esta maestría se centra en la gestación de un proyecto de ficción, no ficción o poesía, partiendo de la reflexión sobre la propia vocación y tradición literaria. Además, si tienes un proyecto bien armado y algo de experiencia publicando en medios, puedes solicitar la Beca de Creación Literaria de la Fundación Han Nefkens, la cual garantiza la estancia del becario en Barcelona y la publicación de la obra por parte de la editorial Candaya. Más información, en www.upf.edu/es
Iowa University / New York University: Pero si lo que quieres es «cruzarte al norte», estas universidades cuentan con dos de los más conocidos Master in Fine Arts especializados en Creative Writing in Spanish. Estos programas son conocidos por sus rigurosos workshops que, además de técnica y dedicación, demandan disciplina y capacidad de gestionar el propio tiempo. Quizás, de alguna forma, sea lo más parecido a poner a prueba toda la concentración zen que un escritor debería desarrollar.
Houston University: la primera universidad de Estados Unidos en implementar la Escritura Creativa a nivel doctorado y en español (el PhD in Creative Writing in Spanish; ni más ni menos). Entre otras posibilidades de acción y experimentación creativa, sus estudiantes tienen acceso al programa Your Brain on writing, con el cual se realizan investigaciones sobre el cerebro durante el proceso de escritura. (Sí, literalmente mindblowing). Si ya cuentas con una maestría (preferentemente en alguna rama de las Humanidades), este puede ser el grado académico para ti. Más información en: www.uh.edu
Se ha dejado mucho fuera, ciertamente. Se ha intentado, sin embargo, hacer un escaneo de la oferta más confiable posible. Si vives en México, seguramente pensarás: «claro, casi todo está en CDMX o en Guadalajara, o vamos, lejos de “provincia”». Pues sí. Pero es probable que las universidades o las instituciones de cultura de tu ciudad o región tengan alguna que otra opción más cerca de casa. Nunca está de más preguntar e involucrarte con los escritores de tu comunidad. Si conoces una opción más, o una particular a ti país o tu ciudad, sin importar la parte del mundo en la que estés, compártelo en los comentarios; así iremos ampliando este catálogo para hacerlo más útil a todos.
Y AHORA LA PREGUNTA ES: ¿QUÉ ES LO QUE MÁS ME CONVIENE?
La respuesta es muy relativa, pero creo que puede obtenerse luego de cuestionarnos (pero neta cuestionarnos) a nosotros mismos. A ver:
¿Qué es lo que realmente quiero o necesito como escritor o escritora?
¿Cuál es la condición actual de mi talento? ¿Qué tal mi técnica?
¿En qué estado está mi proyecto literario?
Y así, hacer un examen de conciencia para tener bien claro lo que se pretende lograr. Y con este objetivo en mente, revisar a detalle la oferta disponible. Ver si la escuela y sus cursos me ayudarán a lo que necesito. Incluso, revisar si yo como escritor tengo lo que la escuela y sus cursos requieren de mi. Y, ante todo, sinceridad: ¿Realmente necesito tomar un curso?, ¿y si lo que necesito es, simplemente, ponerme a escribir?
Con esto, hago énfasis, sobre todo, en los posgrados, más si se irá al extranjero a hacerlos. Mi recomendación es hacerlo habiendo pasado ya por alguno que otro curso y tener, por lo menos, un proyecto, o parte de un proyecto, ya planteado. Por supuesto que la experiencia puede valer cada centavo, pero no llegar en ceros puede ayudar a no perder el piso y el tiempo con trabajo innecesario. Así, podrás invertir más tiempo en conocer a tus colegas (en una tertulia literaria, en un café, en una buena fiesta, nunca se sabe). Además de tus profesores, seguramente encontrarás en ellos a grandes consejeros y aliados.
TERCERA PARTE: NO ESTAMOS SOLOS
Hay que ser honestos: muchos de los autores que hoy tenemos en un pedestal no «estudiaron para ser escritores», sino que fueron o han ido afinando sus técnicas a lo largo del tiempo, de lectura en lectura, de texto en texto. Sin embargo, cada vez somos más los que optamos o deseamos pasar por las aulas para aprender de otros y pulir nuestro arte y oficio. Por esa razón, creo que es importante mencionar algunos casos de estudiantes (o ex estudiantes) que se la están rifando en este momento y que no sólo están legando su obra y talento al mundo, sino que pueden ser ejemplo e inspiración a seguir chambeando.
Eduardo Ruiz Sosa (Culiacán, México 1983): Estudió Ingeniería Industrial y es doctor en Historia de la Ciencia y en Filología Española. En 2012 fue ganador de la I Beca de Creación Literaria Han Nefkens, lo que le permitió estudiar el Máster en Creación Literaria de la Universitat Pompeu Fabra y dedicarse un año a escribir Anatomía de la memoria. Una chulada de novela. Actualmente imparte y promueve cursos de escritura en el Instituto Sinaloense de la Cultura.
Andrea Chapela (México, 1990): egresó de la Facultad de Química de la UNAM aunque dice haber abandonado sus días de científica para tomarse en serio «esto de escribir». Su saga de libros de fantasía, la tetralogía de Vâudïz, fue publicada por Ediciones Urano entre 2008 y 2012. En 2016 se graduó del programa de Escritura Creativa en Español de la Universidad de Iowa. Actualmente, también se la puede leer en la revista Literal Magazine, donde ha contado su experiencia como mujer, mexicana y migrante en los Estados Unidos.
Matías Candeira (Madrid, 1984): Escritor y guionista, ha trabajado como profesor de la Escuela de Escritores de Madrid, donde imparte cursos de Creación Literaria. Como reconocimiento a su labor literaria, ha obtenido diferentes becas de creación para la escritura de sus libros, entre los que se encuentra Fiebre, su primera novela.
Mónica Ojeda (Guayaquil, Ecuador, 1988): Estudió un Máster en Creación Literaria y Teoría y Crítica de la Cultura. Da clases de Literatura en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil. Actualmente cursa un Doctorado en Humanidades con una investigación sobre literatura pornoerótica latinoamericana. Recientemente publicó su novela Nefando, la cual fue listada por el periódico El País como uno de «los diez libros del otro “boom” latinoamericano que tienes que leer».
Alejandro Carrillo (1981): Es escritor y aprendiz de kickboxer. Papá de un grillo morenito y enamorado de una nutria. Así se lo define en la solapa de su primera novela, Adiós a Dylan, libro ganador del II Premio Mauricio Achar de Literatura Random House Mondadori. Estudió Escritura Creativa en la Escuela de la SOGEM, En la EDE (escuela dinámica de escritores) y en la EME. Y sí, es el creador de Tintachida. También está a cargo de cursos de creación literaria y le gusta compartir sus ideas para ganarse la vida escribiendo. Hasta escribió un artículo sobre cómo picó piedra hasta ganar un premio literario.
Quisiera poder dar más ejemplos, pero se escapan de mi conocimiento. Seguramente hay más. Y neta espero que haya más; ahora y más delante. Lo que quisiera destacar de los autores mencionados es su voluntad de ayudar a otros escritores a mejorar y a defenderse… textualmente hablando. La escritura puede ser una actividad muy íntima y demanda soledad. Pero no estamos tan solos como a veces pensamos. Creo que eso es, en parte, de lo más valioso de «estudiar para escribir»: compartir nuestras afinidades, temores, hallazgos y experiencias con otros como nosotros. Somos escritores que buscamos lo mismo. Vamos todos en la misma balsa y nos toca remar juntos hacia la pena, o hacia la gloria, pero que suban los náufragos, que no mueran perdidos y ahogados. A ver hasta dónde llegamos.