Los resultados del experimento y una guía práctica de cuánto invertir, a cuántos enviar y cómo participar en concursos literarios.
Ver todo como un gran experimento me permite no tomármelo personal
Aunque parezca cursi, ñoño y ridículo, estoy chillando frente a mi compu porque, por fin, después de seis años, después de pensar que nunca la acabaría… estoy terminando el sexto y último borrador de mi novela… Me arde la garganta por ese líquido pre chillador tipo ácido de batería que se forma cuando a uno se le van a soltar las de cocodrilo: ¡Lo hice! La historia, la oscuridad, el nudo que traje atorado todos estos años por fin está ahí, completito y… y después del triunfo de haberla sacado de mi carne, sólo que me quedo con una pregunta: ¿Ahora qué chingados hago?
El miedo, el pinche miedo… ¿qué tal que se queda ahí para siempre? ¿Y si nadie la lee nunca? Ya logré que naciera esta cosa, que atravesara los océanos de la nada. Después del triunfo me siento perdido como un cachorrito de ojos tiernos que está aprendiendo a caminar… ¡vale verga!
¿Voy a tocar a las editoriales de puerta en puerta o me espero a que alguien por azares del destino me descubra? Hummmm.
En el taller donde llevé la novela durante los últimos dos años, me dice mi maestro, el multicitado Mario González Suárez, que lo más fácil es meterla a un concurso, es la manera más sencilla (¡sencilla, imagínense!), para entrar a una editorial. Y él, mi padrino mágico literario, me dice que la meta al próximo premio Alfaguara que está a punto de cerrar, que cree que podría ganar o si no, que por lo menos podrían repescarla para su publicación.
Ya con ese empujón.. ¿qué hago? ni modo que me raje y encuentre pretextos para no hacer las cosas… Ahora ni pedo, tengo que entrarle a los madrazos, a someterla a ver si en una de esas pega.
¿Pero, por dónde empiezo?
La primera fase, como siempre, es dejársela ir al oráculo googlero y teclear información sobre concurso literarios. Para mi sorpresa, aunque ha habido miles y miles y de participantes a los largo de los tiempos, no hay mucha información. Si buscas algo concreto sobre un premio, como el Alfaguarra o el Anagrapa, lo único que te topas son comentarios amargados de banda que te aconseja jamás entrar porque todos los concursos están arreglados, sólo le dan los premios a los sobrinos y a los primos y a los conocidos de los organizadores. ¡Chales! Pero nada más… uno que otro articulito pretende analizar algo más las cosas; dan tips muy generales, pero nada de datos prácticos. Nadie me dice a cuántos concursos puedo mandar, cuánto me voy a gastar, a cuáles conviene entrar o no, qué posibilidades hay, si conviene mandar a concursos internacionales, si me concentro en los de México o… un mar de preguntas que nadie se ha dado a la tarea de contestar, por hueva o porque una vez que ganaron, ¿pues ya para qué correr el fuego robado de los dioses entre los hombres?
Entonces decido usar toda esto de los concursos como un gran experimento. Un largo experimento en el que, aplicando el método científico, voy a someter mi obra a pruebas y experimentaciones para recabar información más sólida que pueda compartir con la banda de Tinta Chida que anda igual o más perdida que yo.
¿Por qué?
Ver todo como un gran experimento me permite no tomármelo personal. O sea, si me rechazan, en vez de ponerme a chillar y creer que lo escribo es una mierda, tomo la distancia del científico y hago apuntes de cuánto tiempo invertí, cuánto gasté, qué número de concursos perdí, etc etc. Así, además de tener cifras reales que compartir, podrá el experimento ayudarme a no sentir tan gacho y no derrotarme tan fácil.
En este post les contaré cómo fue el experimento, les compartiré los resultados y, al final, condesaré todo en una guía práctica con consejos y datos reales para que aterricen todo a la práctica, lleven a cabo sus experimentaciones y luego los compartan y engrosen este artículo.
El Experimento
A ver, ahí te va la de burro viejo, Alejandro, porque, a pesar de que en tus clases de prepa de laboratorio te la pasaras viendo como la ajustada batita blanca derrapaba sobre las nalgas de la maestra, ahora tienes que hacer que tu cerebro se ponga trucha y recuerde cómo era esto de la experimentación y el método científico. ¿Y cómo puedo aplicar dicho método a algo tan subjetivo como un concurso?
A ver a ver, como ya no te acuerdas de nada, ahí te va el acordeón:
Paso del método científico según el interné.
- Definición del problema.
- Hipótesis de trabajo.
- Diseño del experimento.
- Realización del experimento.
- Análisis de resultados.
- Obtención de conclusiones.
- Elaboración del informe.
Definición del problema
¿Qué es la pregunta que más me quema de todo este desmadre de los concursos literarios?… ¡Los ruidos! Que no se pueden ganar, que todos están arreglados y sólo se los dan a los que son amigos de gente clave en editoriales, compadres de editores, amantes de jurados.:
¿Puedo ganar un concurso literario?
Además, quiero saber cosas prácticas, y con práctico me refiero literalmente a cuánto voy a gastar en copias y engargolados, cuánto sale un envio a España o Colombia, cómo chingados es eso de las plicas. Entonces:
¿Cuánto tengo que invertir en cuánto a tiempo y con cuánto dinero?
Hipótesis de trabajo.
Mi hipótesis es que nada es en blanco y negro. No creo que todo esté comprado; esa declaración se me hace tan ridícula como decir que todo no está comprado. Entonces mi hipótesis es que si uno tiene un texto de cierta calidad, tiene que haber chances.
Diseño del experimento
Investigación previa
Ahora sí, a investigar más seriamente lo que se ha escrito del tema. Experiencias de otros, artículos en blogs y revistas.
No es sorpresa que no hay casi información. La mayoría son diatribas contra por qué jamás hay que mandar nada a un concurso y denuncias y chismes interneteros odiadores gritando a los cuatro vientos que todos los que crean en los concursos son unos pendejos porque todo está arreglado.
Las cosas que rescaté son de bastante sentido común (aunque dicen que es el menos común de los sentidos). Aquí un compendio de lo que repiten todos los artículos.
Pon atención a las bases del concurso
Pos sí, ¿no? ¿o qué? En efecto, parece muy lógico y tonto, pero un porcentaje muy alto de compas no se molesta en leer con verdadera atención cómo se debe presentar el texto, la cantidad mínima de páginas o el sistema particular de la plica. Solución: poner, en verdad, atención y no dar nada por sentado.
Diferencia entre tipos de concursos literarios
Si escribes, por ejemplo, novelas de ciencia ficción dura para adolescentes, no tiene sentido mandar a un concurso que no premia novelas de subgéneros; Si escribes novelas románticas de sadomasoquismo light, es complicado (aunque tal vez no imposible), que te den el Tusquets.
Concursos piratas
Los concursos en los que supuestamente compites para que te publiquen pero al final tu tienes que pagar la edición, no son un concurso. ¡No te vayan a transar!
¿Debo registrar la obra?
Depende, si es un cuento, y corto, o un concurso de tuits o de minificción, no tiene mucho sentido. Si ya te aventaste la chambota de hacer una novela, no te cuesta nada invertirle unos pesos para ir a registrarla. Vas a estar mucho más tranquilo/a.
¿Cuál es el sistema de plica?
Muchos concursos tienen este sistema para que el jurado no sepa quien es el autor de una obra y a través de su seudónimo se pueda, o se intente, no darle el premio a conocidos o a amigotes o dejarse influenciar por un nombre acá bien choncho. Se trata de firmar la novela con un seudónimo y en un sobre aparte meter los datos reales el autor. Hay algunas variaciones de esto: el tipo de datos que te piden, la forma en la que se rotula el sobre de la plica, etc. Para eso, hay que poner atención a las bases del concurso.
¿Debo escribir para un concurso?
La mayoría recomienda que no (aunque cuentan por ahí que Bolaño vivía de este sistema). Que más bien uno se dedique a su obra, la pula al máximo y luego trate de colocarla en un concurso. Yo creo que sí. Uno debe dejar que su obra tarde el tiempo que tenga que tardar y que ni temáticamente ni de ningún otro modo esté constreñida por nada, y luego, pus ya vas, sobres: ¡a mandarla a concursos!
Límites y reglas
Tiempo. ¿Por cuánto tiempo voy a hacer el experimento?
Dos años me pareció un tiempo muy adecuado (soy paciente). El plan era que el primer año mandaría a los grandes concursos, a los que pagaban arriba de 150,000 pesos mexicanos.
El segundo año, todos los demás, que daban por los menos 20,000 pesos (los que pagan en especie, con colecciones de libros o con pura edición, podrían haber quedado para un tercer año —pero mi corazón, quizás, ya habría estado lo suficientemente roto como para aguantar 12 meses más—).
Número. ¿Número mínimo de concursos en los que debo de participar?
Pensando que por lo menos hay un concurso grande por mes, el primer año podrían ser 12 concursos grandes, y el segundo 2 chicos por mes. Un mínimo de 30 concursos literarios.
Realización del experimento
Las herramientas
El sitio concursos de escritores.org es una página donde compilan casi todos los concursos literarios. Ahí seleccioné los premios que cumplían con mis criterios: premios que pudieran ganar mexicanos, que pagaran más de 150,000 pesos, de novela de más de 250 páginas, entre otros.
Hoja de control
Una hoja donde para documentar el proceso, las fechas de cierre, cuánto pagan, cuánto dinero y tiempo invertí y los resultados.
Decidí usar una nota dentro de Evernote, porque podía utilizarla desde cualquier lugar, compu, cel, tableta. La hoja de control debía tener estos datos sobre cada concurso.
- Casilla para palomear si ya había mandado a ese concurso
- Fecha de cierre
- Nombre del concurso
- Dinero que paga
- Enlace a las bases del concurso
- Tipo de envío: si era digital (mail) o físico (por correo)
- La fecha en la que se anunciaba a los ganadores
- El tiempo invertido en el envío
- El dinero invertido en el envío
- El resultado: gané o perdí
Así se ve la hoja que utilicé.
Descárguense la hoja de trabajo vacía para que hagan ustedes su experimento.
Desarrollo del experimento
Bien, teniendo mis herramientas, me metí a escritores.org/ (eso lo tenía que hacer cada mes para registrar los nuevos concursos que se hubieran añadido) y seleccioné los concurso que cumplían con las características de la primera ronda y los fui vaciando en la hoja de control.
Así se veía.
Ya que tengo mi lista de contactos, la abro y veo a qué premios tengo que mandar mi novela… chan chan chan chan. Ahora sí, putos. Llegó la hora cero…
Doy click al enlace con la convocatoria y leo las bases con detenimiento. Te piden plica y carta firmada afirmando que el texto es tuyo y luego meterla en un sobre y rotular y…
Los primeros envíos son un desmadre. Me tardo un chingo en cada detallito, pero conforme pasan los meses poco a poco agarro vuelo.
Mando al primer concurso y, yo de wey, me espero hasta que después de tres meses anuncien al ganador y, ¡chin, puto! Eduardo Sacheri se llevó el Alfaguara y yo, de wey, esperando con toda calma a que me digan que perdí para poder mandar a otro concurso, hasta que nuevamente, contándole mis penas, mi padrino mágico literario me dice: no mames, Alejandro, a ti que te valgan verga las editoriales y sus bases, si nosotros les valemos verga, que ellos también nos valgan a nosotros. Tú manda a todos los concursos que puedas, al mismo tiempo. ¿Sí, me cae?, me dije a mi mismo: ¿y qué tal que lo descubren o me descalifican o algo porque las bases dicen claramente que no se puede? Ni pedo. Vamos a rifarnos.
Con ese palabreo se venció mi moralísima barrera y empecé a atascarme de envíos, a dejar que se acumularan y acumularan y a invertir, en cada intento (de que hay que invertirle hay que invertirle porque las copias engargoladas y envíos de correo salen caras —ya revisaremos las cifras en la sección de resultados—), una buena lana.
Hasta que finalmente, unos días antes de que cerrara la convocatoria del premio Mauricio Achar, me subí al gusano anaranjado, me bajé en San Joaquín y caminé hasta Polanco, a Penguin Random House. Entregué mis tres copiezotas (pinche concurso, el único que te pedía tres copias impresas, ¡Tres!). Todo nervioso y esperanzado, como en cada concurso, dejé en un folder, que no sabía si debía cerrar o qué onda, las tres copias que recibió una chica. Me deseó buena suerte y listo, a seguirle.
La cosa es que por más científico y analítico que me quisiera poner, mientras transcurría el tiempo y le metía más lana a las copias y más envíos y concursos, por supuesto, que el miedo me daba mis buenos arrimones de camaronshain y me inyectaba la dura duda: ¡no mames!, ¿y si de plano no gano nada? ¿Y si nunca nadie me pela y entre tanta gente y lectores mi libro no pasa ni la primera ronda de selección? ¿Y si es cierto y yo soy un pinche chamaco pendejo inocentón y la verdad es que ya todo está arreglado? ¡Chale! Pues ni pedo, si voy a hacer el ridículo voy a hacerlo en grande.
Ya me había pasado mucho en la vida, con morras que me gustaban un chingo, con trabajos, que me curaba en salud para que el rechazo no me doliera tanto; así que ahora, ni madres, decidí darle la vuelta: quería que me rechazaran lo más cabronamente posible, hasta que no pudiera decir que (con el hocico floreado de tantos putazos) no había intentado todo. Pero aún así, cuando tienes que gastar de 300 a 500 pesos por concurso y hay una semana en la que cierran tres, tienes una familia y no ganas muy buen varo, el miedo te entra a la de huevo.
Lydia, mi chava, aunque al principio le costó trabajo y pensaba que mejor debería de apostarle a algo serio que nos diera más seguridad, porque ganar un premio era como sacarse la lotería, al final se la rifó y me decía que sí, ni modo, había que invertirle.
Le metí y le invertí y convertí ese miedo en coraje. ¡A huevo! ¿me duele esto? Pus más me voy a poner ahí enfrente de los trancazos y voy a buscar más concursos para actualizar mi hoja de trabajo…
Y a esperar las llamadas… hasta me preocupaba por pagar la cuenta del telcel para que no me lo cortaran y entrara la ansiada noticia. Ya saben cómo es el ego, cada vez que entraba un número desconocido al celular, se daba de bandazos; por un lado me castigaba diciéndome que era un iluso si creía que algún día entraría la llamada esperada, pero por otro, cada vez que sonaba me hacía pensar que sí, que seguro era de un concurso de España, de Colombia, de México, que tenía que pasar tarde o temprano.
Hasta que finalmente el experimento terminó mucho antes del tiempo para el que me había preparado. El 24 de agosto mientras yacía yo en una biblioteca pública, la de ibby, que está ahí por revolución, me llamaron. Estaba en una banquita viendo un arbolazo y, aunque no lo crean, 5 minutos antes había tomado de uno de los estantes bibliotecarios la primera biografía de Bob Dylan que había leído (mi novela, Adiós a Dylan, es sobre un fanático obsesionado con Bob), cuando sonó el teléfono y la voz de Andrés Ramírez me dijo: oye, pues te hablo para decirte que acabas de ganar el Mauricio Achar. ¿Cómo te sientes? ¿Estás contento? ¿Puedes venirte a la conferencia de prensa en una hora?
Verga, yo, pus sí estaba emocionado, un chingo, a huevo, aunque no se notara porque nomas le dije, no, sí, estoy muy contento. Colgué y medio con las manos temblando le marqué a Lydia y ella sí gritó y me dijo: ¡no mames no mames! ¿en serio? Y corrió a sacar a nuestro hijo de la guardería para que le diera tiempo de llegar a la conferencia de prensa. Su explosión de emoción me contagió y ya había perdido por completo mi sana distancia científica y estaba más arrastrado por la experiencia que nada.
Le hablé a mi hermano, a mi papá, a mamá y a mi compadre Reins que lo primero que me dijo fue: ¿y si no es cierto? ¡Abusado! luego esas cosas nomás las hacen para sacar una lana y transarte. Así que ya arriba del taxi, en camino a la conferencia y todavía afuera de la Gandhi esperando a subir, estaba rumiando esa espinita de miedo que me había inyectado mi amigo: ¿Y si es choro y me están chamaqueando y subo y nomás están una bola de culeros dispuestos a humillarme por ser tan inocente? ¡Pero no! Era de verdad.
Todavía las primeras semanas después de la noticia, ese mismo ego chaquetero me seguía truqueando y me decía: ¿y qué tal que ganaste porque todas las novelas estaban bien chafas y la tuya era la menos peor? Ahí iba dando bandazos entre eso y la emoción de que ya casi iba a cumplirse una de las cosas que, desde los 15 años, más había querido en la vida: tener mi libro, en una editorial chida, en la librerías; y todo eso entre cientos de felicitaciones en Facebook y notas en periódicos y la seguridad de que en cuanto me pagaran el premio, por lo menos me iba a quitar de encima al banco que ya me tenía hasta la madre con sus llamadas diarias de casi acoso sexual.
Listo. Ya había ganado. Ahora a tomar distancia. A enfriarme y entender qué había pasado para recopliar la información de lo que que me funcionó y no me funcionó; hacer cuentas de cuánto había gastado, a cuántos concursos mandé y todo lo que había aprendido a fuerza de mandar a concurso tras concurso.
Análisis de resultados
Primero, aquí la hoja de trabajo ya llena (se ve así)
¿Quieres ver la hoja completa de todo el experimento? Bájatela acá.
¿Cuánto tiempo invertí?
42.5 horas, osea más de día y medio
¿Cuánto dinero invertí?
3631 pesos
¿A cuantos concursos mandé?
14
¿Gané?
¡Sí! Y hasta dos veces. En la presentación de mi libro uno de los jurados contó que mi novela, como un mes después de que ganara el Mauricio Achar, había ganado otro premio, pero que cuando los jurados abrieron la plica, algo no les latió, googlearon y descubrieron que ya había ganado otro premio.
Extra tips
Pulir la obra al máximo
Aquí les va otro obvio, pero no puedo dejar de decirlo: no mandes tu cuento, libro de cuentos, poemas, novela, ensayos, o lo que sea, si no está pulido al máximo: ¡sácale brillo hasta que te deje ciego! O sea, que ya no puedas ver más, que por más que quieras ya no le encuentres nada por corregir.
Tallerearla
Este punto se relaciona directamente con el de arriba. No te convenzas de que ya no la puedes mejorar si nadie más que tú la ha visto. Talleréala con colegas escritores con buenas intenciones, pero duros, críticos, analíticos. Este paso, a menos que seas un genio solitario, es bien pinche fundamental, así que no te lo saltes. No hay prisa. Tendrá que estar cuando tenga que estar.
No hagas caso de las fechas de cierre
No apresures tu obra con tal de que entre a tal o cual concurso. Que no te importe si te tardas tres meses o diez años. Dejala impecable y, entonces sí…
Haz caso de las fechas de cierre
Si ya decidiste que ya no puedes mejorarla más y ya, de plano, es lo mejor que tienes, entonces párale; no le metas mano ni la edites de último segundo. Ya sólo se trata de imprimir y mandar. Hazlo con tiempo. No te tragues el cliché ése de que los latinos dejamos todo al último día. Ni madres. Sé un pro. No te confíes con la regla de que la fecha del matasellos es la que cuenta.
Corrección de estilo
Pus obvio otra vez ¿no? Resulta que tampico y madero. Muchos mandan cada cochinero que espanta. Si de plano se les van las cabras ortográficas, contraten un corrector de estilo y un editor, pero intenten ser lo más impecables.
Ojo: es imposible ser 100% impecable, y hay ciertos errores pasables, tampoco te traumes. La novela con la que gané y comprobé este experimento, tenía por ahí algunas cosas medio gachas que no impidieron que ganara. Pero se me fueron no intencionalmente, aún después de haberla revisado un chingo de veces; o sea que no fue por flojera. Conclusión. Hay que hacerlo lo mejor posible pero sin obsesionarse.
Sistema de envíos
Aquí va lo chido. Con los primeros envíos era yo un tetazo y me tardaba un montón, pero al final cree un sistema chipocludo que me hizo bajar el tiempo de cada armado de paquete.
Plicas
Hay un resto de tipo de plicas, y cada concurso te pide diferentes datos en la hoja que revela el seudónimo. Agarra una hoja de Word y haz una plantilla con todos los datos que posiblemente te puedan pedir. Hay concursos que hasta te piden una identificación escaneada, así que, sobres, ponla de una vez en tu plantilla.
Así, cada vez que estés armando el paquete para un nuevo envío, sólo abres tu plantilla, le das copiar al documento y borrar los datos que sobren según las bases de esta convocatoria. Te vas a ahorrar un chingo de tiempo y te va a dar mucho menos hueva recopilar los datos cada vez. Aquí te va la plantilla que yo usé.
Sobres
Generalmente necesitas dos sobres por envío. Uno en el que envuelves el paquete; metes ahí los engargolados, el sobre con la plica, y a lo mejor el CD y otras cosas.
El segundo es, obviamente, en el que guardas la plica.
Te recomiendo comprar desde el principio un paquete grande de sobres de esos de papel kraft para envíos. Los venden en office depot o en cualquier papelería. Te va a salir más barato comprarlo de una vez; vas ahorrar tiempo e idas a la papelería para comprar de a uno en uno. El chiste es es optimizar cada parte, para que el proceso se vuelva casi automático. Como una línea de ensamblaje de fábrica.
Para el sobre choncho pide el tamaño más grande que oficio.
El paquete de sobres de la plica puede ser media carta.
Etiquetas
Tanto el sobre de la plica como el grandote, debe de ir etiquetado. Crea otra plantilla donde calcules el espacio de cada título.
En la plantilla, en grande, escribe el Nombre del concurso, la palabra Plica y La dirección de entrega del sobre. Luego nada más modifica ese archivo, imprime y recorta.
Aquí la plantilla que yo usé. Sólo sustituye e imprime.
Impresión de la obra
Vas a imprimir dos originales de la obra. Los tres a una sola cara.
Uno imprímelo a doble espacio con letra 12, el otro a espacio y medio con letra 12. Con estos dos podrás cubrir casi todas las combinaciones de los diferentes formatos que casi siempre son:
- A una sola cara y a doble espacio
- A dos caras y a doble espacio
- A una sola cara a espacio y medio
- A dos caras a espacio y medio
Una vez que revises la convocatoria, escoge el original a doble espacio o a espacio y medio y ése llévalo a tu fotocopiadora más barata. Ahí ya les dices si quieres los juegos a doble o a una sola cara.
Costo de envios
No te recomiendo gastar en paqueterías mamonas porque te puede salir en un ojo de la cara. Olvídate de DHL, ve a tu oficina de correos. Los costos van a bajar un chingo y, si lo mandas con el tiempo suficiente, lo tendrás ningún problema.
Antes de empezar ve a la oficina de correos con tres copias de tu obra y según lo que pesen tres, dos y una sola copia por paquete, haz una cotización de cuánto te costaría el envío según los países que tienen los concursos más importantes. Haz una tabla con eso datos y úsalos para hacer un cálculo y agregar la cifra en tu hoja de trabajo.
Si la entrega del paquete es en tu ciudad, entrégalo personalmente.
No hacer caso de los comentarios de nadie
No te tragues la mierda de nadie. La neta es que, aunque suene gacho: vale verga la opinión de los demás, al menos para esto de los concursos. No creas en nadie que te diga que ese concurso está arregladísimo, que mejor no desperdicies tu dinero. A mí me dijeron eso del concurso que gané. Que era muy sospechoso y que lo había creado no sé quien para no sé qué cosa y que estaba tirando mi dinero a la basura. No dudo que en otros concursos si lo haya tirado pero, si hubiera seguido esos consejos no habría mandado a casi ningún lado y me habría derrotado antes de empezar.
Prueba todo por ti mismo.
Si te cuesta trabajo este tema, vacunate contra los opinadores.
Enfocarse en una sola obra
Ya sé que chance y tienes cuentos y un libro de poemas y una novela. Pero mejor concéntrate en hacer el experimento con una sola obra.
Primer año para mandar a los más importantes
Tírale primero a los más chonchos, a los que pagan más. Si ya llegaste aquí y confías en lo que escribiste, pégale a los gordos. ¿Por qué no? Si ya comprobaste que en esos no se pudo, la siguiente temporada de premios vete por los de nivel un poco más bajo y así.
Olvídate de los resultados
No te obsesiones por las fechas de los resultados y le des refresh 20 veces a la página para saber si ganaste. Tú participa cuantas veces puedas y olvídate; créeme, si ganaste se comunicarán contigo, no se les va a olvidar; así te alivianas, no te estresas ni desperdicias energía en algo que no está en tus manos.
Manda a todos al mismo tiempo
Aunque las bases digan que se anularán o descalificarán las obras que estén en varios concursos a la vez, no hagas caso y mándalos a todos. La editoriales no tienen modo de descubrirte. Lo único es que, por supuesto, ganarás sólo el primer premio que recibas. No los siguientes. Por eso es importante que mandes solo a los que más te interesan, para que no te pase que primero ganes uno que te da una despensa y cuando abran la plica del Planeta vean que tu novela ya ganó el premio patito.
Una vez que ganaste, ya nadie te puede quitar ese primer premio. Y puedes contar a los 4 vientos (como hice yo) que los mandaste a 30 concursos más y NO PASA NADA. Ellos, la editorial que te pagó el premio, tienen los derechos y les da igual si los 20 siguientes te declaran o no ganador.
Obtención de conclusiones
No. No todos los concursos están comprados. Se pueden ganar: ¡a huevo!
Elaboración del informe
¡Es esto que estás leyendo!
PD
Por cierto, si son científicos calados y chingones, no sean tan duros conmigo; sé que este método científico fue poco riguroso y probablemente muy mal hecho y nada científico, pero fue mi pretexto para desapegarme y recabar información.
PD 2
¿Y ustedes, banda? ¿Ya han entrado a concursos? ¿Tiene otros tips chidos? Rolen el conocimiento para que engrosemos esta guía y encontremos mejores manera de hacer este proceso más barato y eficiente, y menos doloroso.
Si tienen alguna pregunta sobre los concursos, sobre este experimento o mi experiencia con el premio que gané, no dejen de preguntarme en los comments.
Y no te olvides de bajar gratis el paquete con las plantillas y herramientas de trabajo de este experimento.