¿En serio tienes lo que se necesita para ser escritor? 25 motivos para animarte a renunciar, de una vez, para dejar de escribir antes de que arruines tu vida.
Este artículo primero se publicó en ingles en Terrible Minds, de Chuck Wendig.
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1. Es muy difícil
OMG ¿Escribir? Es muy duro. Es como: tienes que sentarte e inventar cosas, para vivir… y además tienes que… teclear un chingo y… ¿Sabes qué sería más fácil? Ser uno de esos adultos que se disfrazan bebés, con pañales y todo. De esos que pueden mear en donde se sientan. Hasta les dan de comer papilla. Pues sí, porque escribir es trabajo intelectual y emocional. En serio, te tienes que sentar, día tras día y avanzar penosamente a través de las palabras. Mejor renuncia y sálvate de la agonía mental.
2. Ni siquiera te da tiempo
OMG ¿Escribir? Es muy duro. Es como: tienes que sentarte e inventar cosas, para vivir…
Escribir requiere tiempo y tú tienes ese trabajo y esos niños y, hey, no nos olvidemos de que además debes de ver Breaking Bad, enterita, por sexta vez. Bueno, ya, ya sabemos que Stephen King buscó el tiempo necesario para escribir su primera novela, línea a línea, a mano, mientras trabajaba en una fábrica, pero, si mal no recuerdo, ni siquiera ganó dinero con ella. (Chale, debió quedarse a trabajar en la fábrica, porque, o sea, hello, ¿Alguien ha oído de los beneficios de tener seguridad social, prestaciones, un fondo de retiro y una hora fija para salir a comer y para chismear con tus amigos godinez? Duh). Además, tarde o temprano te vas a morir, hagas lo que hagas, y ni siquiera te van dejar leer tus propios libros en el infierno. Mejor renuncia de una vez. Así vas a tener más tiempo para chupar y chaquetearte. Humm, humm, digo, no, más tiempo para ser un mejor ser humano.
3. Chale, en una de esas vas a tener que escribir un chingo
Hace poco se descubrió que, para que los escritores sobrevivan de su trabajo, tendrán que aguantarse y ponerse a escribir mucho más. Bueno, esa es una pinche locura de absolutos locos, ¿no? Por que eso significaría que los escritores, a lo mejor, hasta tienen que escribir – * hace un poco de mates, se pone a contar con el ábaco y apunta unas fórmulas en su cuadernito *- ¡más de 250 palabras al día! ¡Ay güey ay güey! Bájale de huevos, pinche esclavista. Digo, todavía si escribir fuera divertido, pero es una tortura digna de Sísifo (Este güey. Sísifo, tuvo que cargar una de esas teles analógicas hasta arriba de un cerrito rascuache y aguantar que un fauno le pegara en los huevos y lo regresara con todo y tele para volver a subir. Ya ves, pura historia griega, carnal) ¿Escribir más? Chale, nel. Es más fácil quejarme de ello. O mejor todavía: renunciar.
4. Humm, se me hace que ni eres tan bueno o buena
tus comas se retuercen tanto que parecen gusanos en el escroto de un vagabundo.
5. Híjoles, a lo mejores eres demasiado bueno
A lo mejor eres demasiado talentoso. Tu trabajo es una obra maestra, como sí Raymond Carver, James Joyce y Don DeLillo hubieran contribuido con su semilla literaria y la hubieran sembrado en la tierra donde crecería el árbol que algún día sería destrozado para proveer el papel para que escribas tu opera magna. Y mientras tanto, algún pendejo escribe fanfiction medio porno tipo Crepúsculo y le dan un contrato de un billón de dólares para embrutecer las mentes de las amas de casa que fantasean con sadomasoquismo leve. ¡Tú eres demasiado bueno para esto, compa! Y como no quieres escribir la versión sadomaso de los Juegos del hambre y esa es la única opción, bueno, pues, renuncia.
6. Úchalas, hay que aprender
Dicen que «todo lo que necesitas para ser un mejor escritor es leer y escribir», lo que suena bastante lógico tratándose de cualquier profesión: «Todo lo que necesitas hacer para ser un mejor escultor es ver muchas esculturas y esculpir» o, «Todo lo que necesitas para ser un físico nuclear es estudiar un chinguísimo de física nuclear». Pero ya lo intentaste: ya leíste algunos libros, blogs y artículos de Playboy, un montón de cajas de cereales, ya trataste de escribir y aún así resulta que tienes que seguir aprendiendo. No, pus no mames. ¿Aprender? Chale, que hueva. No es muy divertido. Uno tiene que esforzarse.
7. Finish Him, Fatality
«Estoy escribiendo una novela», les dices. Te preguntan: «¿Es la misma que llevas escribiendo toda la vida?, y les contestas, «Nombre, no. ¿Cómo crees?… esas eran otras», y entonces, como ya te pusiste nervioso y sabes que no te van a creer, sacas algunas excusas sobre el bloqueo del escritor o La Musa. Pero al final ya sabes que todo tiene que ver con lo mismo: no eres bueno para terminar lo que empezaste. Tu vida está atascada de manuscritos incompletos, de montones de personajes cuyas vidas han sido truncadas por tu pinche apatía. Eres tan bueno para no terminar cosas que, mejor deberías abrazar esta sorprendente habilidad y renunciar.
Tu vida está atascada de manuscritos incompletos, de montones de personajes cuyas vidas han sido truncadas por tu pinche apatía Share on X8. El rechazo te va a destrozar
Terminarás aplastado bajo las montañas del rechazo. Y eso nunca es bonito, ni divertido.
9. No te importa tanto
La verdad es que realmente tienes que querer muchísimo esto de escribir. Sí, ya sé que el dicho dice que «todo el mundo tiene una novela dentro de sí», pero gracias a Dios la mayoría del mundo es tan pinche flojo que ni extrayéndoles quirúrgicamente dicha novela, saldría a la luz. Como diría Ron Swanson: en vez de querer dos cosas con media nalga, consigue una con el culo entero.
En vez de querer dos cosas con media nalga, consigue una con el culo entero. Share on X10. Escribir no te deja clavarte tanto en tu adicción al internet
El interné es como un hoyo fantástico que te absorbe: un País de las maravillas de porno y memes y tuits y porno y gatos y porno. Chale, es que a veces me gustaría tener más tiempo para de plano entregarme y perderme bien chido en el internet: sentir sus curvas grasientas y explorar sus rincones más húmedos, pero esto de escribir me sigue distrayendo. «Puta madre, si no tuviera que escribir este estúpido libro me la podría pasar tuiteando cosas ingeniosas y googleando porno de «gente-vestida-de árboles-y-flores-polinizándose-una-a-la-otra». De todos modos. Mejor renuncia. Vas a tener más tiempo.
11. Escribir no es sólo escribir
El título escritor es la peor descripción que he oído de este trabajo. Totalmente falso. Pura publicidad. Además de escribir los escritores tienen que editar, bloguear, aprender de negocios, hacer presentaciones, cultivar su hígado, entrenarse en reparar máquinas de escribir y aprender a escoger y seducir a tu pareja de vida dependiendo de si tiene o no un trabajo fijo y si te puedan compartir de su seguridad social. Que hueva. Qué mega hueva.
12. Tener que lidiar con humillaciones y faltas de respeto
Admitir que eres un escritor es como admitir que eres un fan de closet de Mi pequeño Pony
13. ¡Ay, mira, está gordito!
Escribir es una actividad sedentaria. Se te duermen las nalgas de estar sentado todo el día. Lo único que se mueve son tus ojos siguiendo el cursor y tus dedos mientras golpean como un pistón. El resto de tu cuerpo, me temo, se desliza inevitablemente hacia la atrofia: capas y capas de grasa de ballena te envolverán hasta cubrirte en su delicioso calorcito. O sea, que te vas a llenar de grasa, la gente se va a burlar de ti y no vas a aguantarlo.
14. Problemas de espalda y ojos
Además de volverte un duende grasiento, te la vas a pasar viendo un cuadrito de luz brillantísima y sus hormiguientas letras bailando dentro de él. Tu espalda se se convertirá en un tejido de músculos retorcidos, tus ojos arderán cubiertos por una película de bruma. Salva tu cuerpo. Renuncia ya.
15. El valor de las palabras se desintegra.
La paga por escribir un cuento corto está más o menos en «medio dorito por palabra». Con el promedio del adelanto de una novela te alcanza, más, menos, para un buen coraje y unas pantuflas peludas de Homero Simpsons. Los analistas han concluido que el precio promedio por una novela auto-publicada de unas 120,000 palabras es de $0.13, por lo que…
16. Te vas a morir de hambre
El promedio del salario de un escritor está por debajo de los niveles de pobreza. Hasta los limosneros ganan más. En serio. Con que junten 10 dólares al día ganan más que tú. Así que claramente no puedes ganarte la vida escribiendo ¿no? Los estudios muestran que en realidad sólo hay cuatro escritores en el mundo que se ganan la vida con su oficio y esos culeros ya acapararon todo. Mejor renuncia de una vez antes de que termines en un colchón orinado y roto abajo de un puente, comiendo chinches para sobrevivir.
El promedio del salario de un escritor está por debajo de los niveles de pobreza. Hasta los limosneros ganan más. Share on X17. Carnalito, la neta tus chances son muy pocos
Todo el mundo, más tu tío y tu primo, quieren ser escritores ¿no? ¿Sabes cuántos cuentos y novelas llegan diariamente los concurso literarios? Suficientes como para aplastar el cráneo de un tiranosaurio rex (de hecho, eso demuestra como se extinguieron: todos querían ser escritores y se murieron de hambre. Lo del meteorito fue sólo un cruel epílogo escrito por un Dios inmisericordioso). Así que las probabilidades de que alguien, por lo menos, le eche un ojo a tu trabajo — un agente, una editorial, el público — son casi iguales a las de parir una zebra esquiadora, la cual, para ser honestos, he visto algunas veces por ahí deslizando sus esquíes. Y no es muy bonita. Ahh, y no te olvides de…
18. Las hordas de autopublicados
Hay muchos buenos autores que se han autopublicado. Ah, pero ahí está la cosa: descubrirlos en medio de tanta chingadera es casi imposible.
19. ¿Los guardianes del umbral? Más bien los hijos de puta del umbral
¿Sabes quién es el que impide que te publiquen? Un montón de mamones culeros. Editores y agentes y editoriales, puro pinche cadenero estirado y gruñón protegiendo las puertas de esa DISCO DE ESCRITORES ULTRA ÉLITE. Y cada vez que tratas de entrar después de formarte por horas te agarran a macanazos en los huevos y se burlan mientras te retuerces en la banqueta. Así es. La industria editorial se nutre de tu vergüenza. Así que no dejes que los molestones ganen.
20. ¿Has ido últimamente a una tienda de libros?
El Libro-Apocalypsis está cerca. Las librerías pronto sólo venderán juegos de mesa, excepto en la parte de atrás, donde podrás encontrar libritos de Carlos Cuauhtémoc Sánchez sobre juventudes extasiadas y cincuenta tipos de sombras y romancetes adolescentes. El otro día pasé por una librería y sólo me encontré a un ejército de gatos ferales. Caution. Cuidado. Verboten.
21. Aléjate del campo de batalla
Las más grandes casas editoriales se han unido en una especie de Voltrón de papel maché para pelear la Bestia digital galáctica multi tentacular mejor conocida como Amazon, y nosotros, pequeños escritores estamos siendo pisoteados por sus gigantescos pies. Claro, trata de enseñar tu novela en medio de ese caos, te van a hacer papilla. Mejor escóndete en un bunker a esperar a que termine esta monstruosa batalla. Si no, te van a matar.
22. Nuestros libros serán destruidos
Los libros impresos están siendo cazados en las calles como perros callejeros. Pronto sólo quedarán E-Books, pero de todos modos, ni ellos sobrevivirán cuando China nos ataque con un pulso electromagnético o Rusia invente uno de esos cañones iónicos como de Star Wars y todas nuestras obras desaparezcan evaporadas. Así que se perderá tu trabajo. ¿Pa’ qué intentarlo?
Los libros impresos están siendo cazados en las calles como perros callejeros Share on X23. Y si no, de todos modos el futuro será de los robots
No va a pasar mucho tiempo hasta que los robots averigüen cómo producir nuevo contenido. La siguiente ola de libros auto-publicados será escrita por una colonia de robots autoconscientes. Va a tener títulos como «La Chica que Pateó la máquina de Diálisis» o, «Ugg, boot informativo de artículo post» o «Ituqxufssjcmfnjoet el Verdadero Guerrero robot reparador de Bienes Raíces». De todos modos, mejor no te interpongas en su camino.
24. Ni te gusta tanto
La verdad, no creo que te guste tanto escribir. Te la pasas quejándote sobre tus torbellinos existenciales: uuuuu, booooo, ahh, cuñá cuñá.
La verdad, no creo que te guste tanto escribir. Te la pasas quejándote sobre tus torbellinos existenciales: uuuuu, booooo, ahh, cuñá cuñá. Escribir es muy duro, publicar es imposible, mis personajes no me escuchan, bla bla bla. En serio no siento que lo disfrutes, así que ¿por qué no dejar de torturarte? No es que la recompensa por escribir sea gigantesca. Es sólo una interminable río de miseria, mejor vete a buscar otra cosa que hacer. De seguro el banco de la esquina busca empleados. O, como ya lo dijimos, hasta de limosnero te iría mejor. Y ser un limosnero es una delicia. Mira, pregúntale a cualquiera y te va a decir: «bueno, por lo menos no soy escritor»
25. Porque lo dijo un pendejo en internet
Si estás dispuesto a escucharme, y mis palabras te están haciendo dudar, entonces, de verdad deberías dejar de escribir. Y no tiene que darte pena. La mayoría de los que quieren hacerlo, la neta, nunca lo van a hacer, así que mejor maximiza tus oportunidades y encuentra tu camino en otro lado. Pero, si al leer este choro sientes la terrible urgencia de buscar mi casa y venir a golpearme en la tráquea, bien por ti. Si tu reacción es maldecir, putearme, escupirme y aferrarte a tus derechos escritoriles, olvidarte de mis mamadas y sentarte con el de hacer caca en tu silla para escribir tus chingaderas, entonces y sólo entonces, mi reacción será chocarlas contigo, felicitarte, hasta darte un pinche besote de lenguota (sin chicle). Porque para dedicarte a esto, necesitas un tipo de actitud: «chinga a tu puta madre, culero, voy a hacerlo de todas formas». Lo último que necesitas es oír a un pendejete en internet decirte que renuncies. Cállame la boca. Vete a escribir. Sé un chingón.
Cállate la boca. Vete a escribir. Sé un chingón. Share on X