Sobre el mito de cómo un escritor debe de ser impecable y no tener jamás una falta de ortografía.
¡Aguas, ahí viene la tira!
El honorable cuerpo de la tres veces heroica real Policía Ortográfica. ¡Pinches putos!
¡Estoy bien pinche emocionado! Me tiemblan las manos de la excitación porque acabo de terminar una entrada para Tinta Chida y ya me comen las ansias de que el mundo, o más bien, mi mamá y algunos cuates, se enteren de mis reflexiones acá bien profundas sobre el arte de escribir; y tan excitado estoy que aunque ya lo revisé tres veces le doy publicar, saltándome a Jimena, la editora, y luego luego, babeando porque al fin van a ver en lo que he estado trabajando durante este tiempo, lo comparto en Facebook. ¡Sopas! Los lectores empiezan a llegar poco a poco, y también, lentamente, los comentarios. ¡Pero, cuál es mi sorpresa! Que en vez de estar en contra o a favor de mi polémica visión, los únicos que aparecen son el honorable cuerpo de la tres veces heroica real Policía Ortográfica. ¡Pinches putos! Y así, con un sólo toque de sus poderosas cachiporras gramaticales, invalidan todo lo que digo, porque de un total de 3,000 palabras encontraron tres: ¡tres espantosas faltas de ortografía! ¡Changos! Primero me siento bien apenando y corro al editor para corregirlo, porque la policía ortográfica además de señalar mis errores con su mira láser, cita, directamente tomada de su biblia sagrada: “Antes de escribir, un escritor debe dominar a la perfección las reglas de su oficio; su ortografía debe ser impecable” ¿Cómo podemos hacerte caso si ni siquiera sabes escribir? Chale, ya no sé ni dónde meterme, tengo la cola entre las patas, y aunque nadie me está viendo porque estoy atrás de la computadora, me escondo, agacho la cabeza avergonzado y corro a WordPress a arreglarlo… hasta que súbitamente, cuando ya estoy a punto de hacer correcciones y tramitar mis certificados para que la policía ortográfica me valide como escritor de verdad, reflexiono y me digo: a ver, espérate, Alejandro. ¿En serio no sabes escribir? ¿Tener tres errores en un texto de tres mil palabras invalida tus argumentos y tu visión del mundo? Ahh, no, pues no tiene sentido ¿Verdad? ¿Entonces? ¿Siquiera leyeron tus argumentos, te contestaron con otros argumentos más chingones? No, pus no. Ah, ¿Entonces? ¿Ya sabes lo que tienes que hacer? No pus sí: ¡Mandarlos directito a la chingada!
Y así es, lo grito: ¡A la verga la policía ortográfica! Cierro la ventana del navegador y dejo en la entrada esos tres errores ortográficos, esos tres errores que a pesar de haber revisado y revisado, siguen ahí. ¿Por qué? Porque no creo que sean tan graves y porque no quiero darle gusto a la policía estreñida mamona e impotente de la real academia de la puta perfección. Me acuerdo, además, de aquella anécdota de Julio Cortázar; cuando una vez, estando uno de sus libros ya a punto de imprimirse, un achichincle corrió hasta él muy alarmado, porque en una última obsesiva revisión de las galerías había encontrado unas faltas. El Cronopio mayor agarra y le dice: no te preocupes, déjalas, no pasa absolutamente nada.
No quiero darle gusto a la policía impotente de la real academia de la puta perfección Share on XEl Mito
Ah, éste debió integrar -y lo añadiré en este momento- la lista de los 25 mitos que todos los escritores padecemos. Ahí, grabado en piedra en las tablas talmúdicas de los 10 mandamientos, se inscribe esa leyenda que dice: “Cualquier escritor que quiera ser tomado en serio deberá primero dominar a la perfección las reglas de su oficio”. Hahahaha. ¡No mamen! ¿Entonces debería dedicar mi tiempo a que bajo ninguna circunstancia se me vaya ni un error, en vez de dedicarme a entender lo que quiero decir, cómo lo quiero decir y desde donde estoy narrando? ¿Entonces no puedo mostrar jamás mi trabajo hasta dominar al mil por ciento las reglas y evitar que lo gordo de mis dedos se desborde sobre las teclas apretando una letra en lugar de otra?
La policía ortográfica, por supuesto, es la encargada de vigilar el cabal cumplimiento de este mito.
La policía ortográfica vigila el mito de que un escritor, para ser tomado en serio, no puede tener ni un error. Share on X
La ortografía no es lo más importante
Nel. No. Ni madres. Es la parte más ñoña por la que un escritor debería preocuparse. Es más importante la literatura, y hay literatura con mala ortografía, y hay grandes escritores con tremendas faltas que no por eso dejaron de ser enormes. La ortografía es parte de la arquitectura de la técnica, pero no es el objetivo, NI-ES-LO-MÁS-IMPORTANTE. ¿OKEI? ¿Qué prefieres?¿Una novela rabiosa que te toque las tripas, pero que tenga algunas faltas, o un mamotreto ortográficamente impecable que no despierta al lector ni aunque lo acompañe con sendas tachas, churros y monas?
La ortografía es la parte más ñoña por la que un escritor debería preocuparse. Es más importante la literatura. Share on X
De la Vida real
Lo peor del caso es que la policía ortográfica también comete errores ortográficos. Cosa nada rara tratándose de cualquier cuerpo policial en el mundo: predican y vigilan a los demás cuando ellos no ponen el ejemplo. O sea que están más enfocados en ver qué hacen mal los otros que en sus propios errores. Aquí un par de ejemplos de la policía ortográfica tomados de algunas de las entradas de Tinta Chida donde más nos han mentado la madre:
Lo peor del caso es que la policía ortográfica también comete errores ortográficos. Share on XPrimero, este comentario de en Facebook sobre la entrada de los mitos de escritores. (Para no quemar al miembro policiaco, sustituyo su nombre real por uno genérico, no hay que ser manchados).
Policía ortográfica: Faltó el mito de los escritores que, para ser innovadores, no acatan las reglas ortográficas. ¡Aguas, mi bro! Que adoleces de él.
Reply · Unhide · March 9 at 1:47am
Tinta Chida: ¿Cómo, adolezco del mito? ¿O sea que si acato las reglas? ¡Saludos!
Like · Reply · March 9 at 9:45am
Policía ortográfica: Eso no tiene sentido. Si adoleces del mito es porque tu texto mamalon tiene al menos 10 palabras mal escritas.
Like · Reply · Message · March 9 at 9:50am
Policía ortográfica: Tu comentario incluso tiene mala ortografía.
Like · Reply · Message · March 9 at 9:51am
Tinta Chida: Changos, carnal, tranquis. No quise importunarte con mi ortografía. Que tengas buen día smile emoticon.
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Policía ortográfica 2: Mira que falta ortografia, escribiste esto: “booooo, ahh, cuñá cuñá”, ni siquiera sabes escribir, ¿cómo vamos hacerte caso?
Like · Reply · March 16 at 12:33pm
Tinta Chida: 🙁
Like · Reply · Message · March 16 at 12:50pm
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Yo no soy el único que recibe este tipo de comentarios, cualquier escritor que exponga su trabajo al mundo está sujeto a opiniones mamonas de gente que tampoco escribe perfectamente. Al final, el mensaje se transmite, llega. El Arte sucede.
¿Por qué? ¿Les movió tanto el texto que necesitan descalificarlo debido a un error de dedo? ¿No sería mejor que argumentaran porque creen que el artículo, cuento, poema, es una mierda, y no sólo reducirlo a la correcta aplicación de las reglas ortográficas? ¿Si un beisbolista conecta jomrom tras jomrom (ojo, estoy tomándome un licencia para escribirlo como suena, no cuenta como falta), pero agarra el bat como una bestia, eso afecta el valor de sus batazos? Al final, el mensaje se transmite, llega: El Arte sucede.
Los chingones
Como ya sé que la policía ortográfica no le va a hacer caso a un chavito nalgas miadas pan de dulce como yo, con sendos horrores ortográficos, que además no ha logrado nada en el mundillo literario, hablemos entonces de los meros meros escritores que, con una pésima ortografía, fueron unos chingones de las letras.
8 escritores chingones con una pésima ortografía Share on XF. Scott Fitzgerald
¿Les suena? El que escribió el Gran Gatsby. El padre de la narrativa en primera persona moderna (heredero de Twain), quién hizo el cuento en el que fue inspirada la horrenda película del Benjamin Button. Un dandy, el definitivo Old Champ. Bueno, pues a este güey se le iban las cabras ortográficas. Le costaba trabajo. El editor que recopiló sus cartas dice que no sabía escribir bien ni el nombre de su amigo Ernest Hemingway, al que incluso le decía de diferentes maneras: ‘Ernest Hemmingway’ o hasta ‘Earnest Hemminway’, además de regarla bastante seguido con otras palabras, como “definate» y «critisism». Por si fuera poco, el crítico Edmund Wilson describió This Side of Paradise como «uno de los libros de mérito más iletrados jamás publicados”.
Ernest Hemingway
El Hemingway, quien recibía cartas con errores ortográficos de su amigo del párrafo de arriba, también cojeaba del mismo pie. El Macho boxeador y borracho del Ernesto, cada vez que sus editores se quejaban de su pésima ortografía, les contestaba: «Bueno, para eso los contrataron, para corregirla».
Gabriel García Márquez
Bien sabidas son las andanzas de este carnal colombiano con las faltas de ortografía. Dicen que tenía muchas y que entre un chingo de correctores le arreglaban los textos. ¡Qué importa! ¿No hasta ganó el tan reverenciado premio Nobel?
Agatha Christie
Una de las escritoras más prolíficas, osease, de las que más escribió: montones y montones de novelas policiacas reverenciada por muchos. La Agatha dijo alguna vez: “La escritura y la ortografía fueron terriblemente difíciles para mí, siempre tuve una extraordinariamente mala ortografía y así ha seguido hasta estos días”.
William Faulkner
Otro de mis favoritos, del cual ya hablamos en el artículo Escribe sin planes, tampoco cantaba mal las rancheras con esto de los horrores ortográficos. Albert Erskine, uno de los editores de Faulkner en Random House, dijo lo siguiente: “ Sé que no quería que transcribiéramos de los originales al libro sus errores ortográficos, dedazos, mala puntuación y repeticiones accidentales. Dependía de mis antecesores y después de mí para esas correcciones, y aunque nunca lo hicimos perfectamente, lo intentamos”.
John Keats
Poeta rifado y obligatorio para muchos, el John, en algunas de las cartas recopiladas a su novia, ni siquiera podía escribir bien el color morado (en vez de purple escribió purplue, y para sacársela de la manga le inventó a su amada que más bien trataba de inventar un nuevo color: el moradoazul).
Jane Austen
Esta señora escritora de romances para otras señoras conservadoras y soñadoras, dejó, después de su muerte, un montón de libros sin publicar. Y así siguieron durante algunos años, porque los editores nomás no sabían qué hacer con tanto desmadre ortográfico. Decían, por ejemplo, que siempre escribía scissars en vez de scissors.
Yeats
Otro poeta chingón, Irlandés él. Si la policía gramatical británica viera su cartas, se moriría del coraje: ¡Imagínense al oficial anglosajón leyendo “feal” en vez de “feel” y “sleap” en vez “sleep”!
¿Ya ven? Y estos cuántos casos son sólo los que han llegado a nosotros gracias a un tarea de investigación, casi arqueológica, pero me corto un huevo si no hay otro chingo de cabrones escritores de la crema y nata literaria, con errores ortográficos que gracias a los benditos correctores de estilo han desaparecido para siempre.
Los buena onda
Por supuesto, no hay nada de malo en la banda que te muestra un error con la intención de ayudarte. A mí, ansioso por darle publicar al botón de WordPress, seguido se me van algunos errores. Hace poco en los foros de Tinta Chida un par de carnales me lo hicieron saber: sí, se me fue ésta y esta otra palabra, y tengo que ser menos ansiosos y releer el texto no solo tres veces, sino cinco. Esos son comentarios en buena onda y esos, ¡a huevo!, siempre son bienvenidos.
¿Y entonces?
No hay nada de malo en mejorar. Si disfrutas tu lenguaje, jugar con él, te va a gustar besarle el cuellito a la ortografía, acariciarle los muslos hasta que te afloje, ¿Por qué no? Pero por ninguna motivo le hagas caso a la policía ortográfica: mándalos derechito a la verga, porque ni tu mensaje, ni tu poder literario se pierden porque se te vaya un dedazo, ni porque se te fue la onda y escribiste calló en vez de cayó, ni porque por más que revisaste el texto te faltó cerrar el signo de interrogación de esa cita a mitad del manuscrito. ¡Qué en vez de andar fiscalizando y juzgando vean sus propias nalgas y gasten mejor sus letras en escribir algo suyo, y no en invalidar a los demás por un error!
Si ya te esforzaste y aún así no se te dan los acentos, ni las ce-eses, ni las eme-bes, ni los putos triumbiratos iódicos de las consonantes sónicas, tampoco te agüites. Si se entiende lo que dices y lo dices de una forma muy chingona, ya lo corregirá alguien más. No te detengas por eso, sigues siendo escritor.
No te detengas por eso, sigues siendo escritor.
Si perteneces al honorable cuerpo de la policía ortográfica y sientes como se te están enervando cada uno de los pelos de la cola ante mi vulgaridad y falta de respeto contra la reglas de la realísima academia enlenguada, relájate, carnal, o carnalita. ¿Para qué invertir tanto tiempo en policear a alguien más y gastar párrafos valiosos de tu tinta para denunciar e invalidar el trabajo de otros por un error de dedos? ¿Por qué mejor no invertir ese tiempo en otra cosa, no sé, a lo mejor y sólo a lo mejor, en escribir?
Es chido besarle el cuellito a la ortografía, acariciarle los muslos hasta que te afloje. Share on XGeneralmente, los integrantes de esta fuerza represora gramatical, aunque ya sé que estoy generalizando y que generalizar nunca es bueno, no son grandes escritores por derecho propio –si ese es tu caso no te sientas ofendido– y, la verdad, como todos los trols en internet, andan un poco frustrados. Ojo, que no hay nada malo con la frustración: este sentimiento es sólo la semilla para convertirte en algo más, para cambiar; un impulso para dejar el estado de insatisfacción y crecer. La cosa es que los escritores que se dedican a lo suyo, a escribir sus obras chingonas, no tienen tiempo para trolear a nadie por sus faltas, acaso, si son buena onda, te dirán: «oye, canija, escribes bien chido, pero cuida tu ortografía, puedes mejorar. Es sólo un detallito, síguele dando duro», eso, y no invalidar tu visión del mundo, es lo que hace la gente cuando te quiere ayudar, no chingar.
Lo que hay de fondo
Lo que verdaderamente está detrás de este problema policiaco gramatical es la intolerancia hacia las ideas de los demás. Descalificar a alguien por sus faltas de ortografía alegando su terrible incultura, es igual que descalificar a alguien por cómo se viste, por la clase social en la que nació, por el tipo de música que escucha. Es un argumento fácil, ciego, que nos aliviana para no tener que escuchar, en serio, deveritas, a la otra persona. Porque eso implicaría entablar una relación, respetarlos, pensar, quitarnos los lentes con que vemos el mundo. Y eso cuesta un chingo de trabajo ¿no? ¡Qué hueva!
Algunos tips
Pero si todavía te intimidan los miembros de este manchado cuerpo policial y no te sientes preparado aún para mandarlos a la chingada, aquí te van unos consejos para que esos perros no tengan ningún pretexto para chingarte.
- Deja descansar el texto. No seas ansioso como yo. Descánsalo unos días y luego vuelve a revisarlo.
- Revísalo por lo menos cuatro veces, leyendo despacio, en voz alta.
- Dáselo a alguien, o a alguienes, que tengan mejor ortografía y sean menos ansiosos. Si le echan montón es más difícil que se escapen errores.
- Cambia de editor de texto. Estos programitas para escribir tienen diferentes correctores de con diferentes sugerencias, así que si estás escribiendo en Word, copia y pégalo a Google docs, a Pages, o a Scrivener: así verás errores nuevos.
- No te confíes de los autocorrectores de texto. Revisa cada una de las palabras que te marquen en rojo.
- Lee el texto de atrás para adelante. Muchas veces lo que pasa es que nos clavamos en el sentido y en el sonido de las oraciones y no podemos ver el detalle fino. Pero si empiezas a leer al revés, desde la última palabra a la primera, tu cerebro no se va con el significado del párrafo y analiza palabra por palabra (gracias, Extraña Criatura, por el tip).
- Estudia. Mejora tu ortografía. Una forma divertida de hacerlo es con estas porno ilustraciones para aprender algunos conceptos básicos de esta castellana lengua escrita.
- Relájate. En serio. Casi siempre se te va a ir algo. No pasa absolutamente nada.
Para los atascados
Mientras investigaba para esta entrada encontré varios artículos interesantes sobre este desmadre de la ortografía, si quieren clavarse en esto, aquí se los comparto:
¿Hay siempre un inculto detrás de una mala ortografía?
Lo que en mi opinión no está bien, es otorgar a la ortografía un valor tal, que permita prejuzgar al escritor. Una estupidez bien escrita sigue siendo una estupidez, y un maravilloso pensamiento escrito con incorrección sigue siendo maravilloso.
Los autores de best sellers tienen faltas de ortografía
El error de base está en considerar que un buen escritor debe hacer un uso impecable del lenguaje, sin faltas de ortografía, errores gramaticales ni deficiencias de estilo. Y aunque estas habilidades no están de más, no es ese su trabajo. La tarea del escritor es narrar historias, idear tramas y personajes y volcarlas al papel sabiendo mantener el interés del lector a través de la intriga y de un ritmo adecuado. Los correctores no crean, sino que revisan en busca de errores de ortografía, gramática, léxico o sentido. Ambos trabajan con el lenguaje y necesitan utilizarlo hábilmente, pero sus destrezas no son las mismas.
Punto final
Ora sí, punto final. ¿Y ya ven? Sin una falta ortográfica, putos. Porque ya me imagino que si se me va una me van a llegar treinta comentarios invalidándome, diciendo: ah, si el güey no sabe ni escribir, mira, se le fue un acento, esto de la policía ortográfica es una mamada, vamos a chingarlo por pinche reVelde.