Guía práctica para empezar a entrarle a las becas literarias y dejar que el estado nos pinche la manutención a cambio de nuestras letras.
La primera vez que mi entonces novio me dijo: “Oye, ¿y por qué no pides una beca para escribir ese proyecto?”, abrí mucho los ojos y le dije: “Pero, ¿cómo que una beca? ¿Es en serio que hay gente que te paga por escribir?”
Tenemos tan interiorizado el mito de que nuestro deber como escritores es morirnos de hambre, que nos cuesta creer que sí, de verdad, hay instituciones dispuestas a soltarte billetes a cambio de que escribas ese poemario, libro de cuentos o novela que tanto te pica en las entrañas.
En México, las becas más grandes las ofrecen la Fundación para las Letras Mexicanas (FLM), el gobierno federal (con las famosas becas FONCA) y los gobiernos estatales (los PECDAs). Fundaciones internacionales como la Antonio Gala para Jóvenes Creadores también ofrecen becas con las que no sólo puedes dedicarte a escribir durante 8 meses, sino que además puedes recorrer mundo y pasarte una temporadita en Córdoba, España.
Checa en las páginas del Ministerio o Secretaría de Cultura de tu país. Seguramente ellos ofrecen apoyos análogos al FONCA y a los PECDAs (y péganos aquí en los comentarios los enlaces, para enriquecer esta entrada y hacerla internacional).
Estas becas no son especiales para algún tipo de genio o iluminado. Están ahí para todos los que cumplan ciertos requisitos de edad y residencia. Para obtenerlas, sólo hace falta que te quites la flojera de armar un proyecto y solicites el apoyo, aunque claro: sacarse una beca también tiene su maña. Por eso he aquí esta guía que puede ayudarte a esclarecer algunos de los grandes misterios relacionados con esto de ganarse becas y vivir de la literatura.
Oye, pero… ¿qué no todo eso de las becas está arreglado?
No va a faltar el amigo que te diga eso o que te cuente la historia de terror de Pedrito, el que pidió becas durante cinco años y nada más nada, pero, ay, el Juan, que es tan amigo de uno de los jueces, ya se la ganó como tres años seguidos.
Toma esos comentarios y mételos en cualquiera de los dos siguientes frasquitos:
- El frasquito del comentador resentido
- El frasquito del comentador que no conoce el panorama completo de aquello de lo que te está hablando
La verdad es que es cierto, muchos exbecarios reciben las becas por segunda o hasta por tercera ocasión. Y sí, además el mundo literario es un pañuelo y toda la gente se conoce.
Pero esto no quiere decir que todo esté viciado y ya mejor bye con las becas, simplemente quiere decir que los dictaminadores escogen a personas que ya probaron ser capaces de terminar un proyecto. Piénsalo desde tu perspectiva: ¿a quién le darías una beca: a ti mismo que no eres nadie o a Miguelito que, con su beca pasada, escribió un libro que ahorita es Premio Nacional de Cuento?
Claro que todos quisiéramos exigir que fuera más fácil el acceso para los verdaderos talentos en potencia, pero para ello, ¿le quitarías el lugar a otro que además de talento ya tiene algo de trayectoria? Porque ese podrías ser tú mismo en un par de años, cuando te hayas abierto paso en el mundillo literario. (Lo mismo, por cierto, pasa en los concursos literarios: ¿ya te checaste la guía de los concursos?)
Así que por eso, antes de solicitar cualquier beca, tu primer dictaminador tienes que ser tú mismo.
¿De verdad estás listo para tomar un compromiso de un año con un proyecto? ¿Eres capaz de estructurar y cronogramar un proyecto? ¿Tú te darías a ti mismo 100,000 pesos por eso que quieres escribir? ¿O todavía te falta más disciplina? ¿Todavía escribes párrafos que suenan así: Era una fría, larga y serena y difícil noche con muchas estrellas titilantes, cuando el noble y valeroso Asterix McCane se dio cuenta de que era un vampiro y al mismo tiempo un cyborg y un hombre lobo. Oh, los lobos aullaban en la lejanía. Oh, qué terrible soledad anidaba en su pecho…?
Si ese último párrafo suena a algo que pudiste haber escrito tú, quizás sea mejor que pulas un poquito más tu trabajo antes de dar el salto.
Otro punto a considerar es que, si ya sabemos que tener un poco de trayectoria nos hace un paro con las becas, nunca está de más que tengas por ahí algún concursito ganado, dos o tres publicaciones en revistas o hasta haber sido publicado en alguna antología, vamos, cosas que no sólo van a mostrarles a los jueces que ya figuras un poquito en el mapa, sino que además van a mostrarles lo más importante: que eres un escritor comprometido que todos los días está chingándole para sacar nuevos y mejores textos. Recuerda que, sólo cuando te aplicas con todo, empiezas a ver resultados y tu currículum literario empieza a ponerse gordito.
Así que, si eres todavía de los que se sientan a escribir dos veces por año y nunca más porque “no te llegan las musas”, entonces puede que, antes de solicitar una beca, primero necesites aprender un poco acerca de la disciplina y la constancia en el oficio.
De otro modo, puedes ser rechazado cinco veces y terminar convirtiéndote en Pedrito, el chico que nunca ganaba mientras Juan ganó tres veces y, en sus andanzas, hasta se hizo amigo de otro escritor que ha sido juez en algunos concursos.
Preparen, apunten…
¡Bien! Ya dictaminaste tú mismo que tu trabajo sí se merece una beca. Ahora debes preguntarte, ¿cuál?
Puedes hacer algunos descartes por edad o lugar de residencia.
También debes tener en cuenta que todas las instituciones que ofrecen becas tienen una misión, una visión y objetivos. Esto significa que si los dictaminadores deben escoger entre dos talentos más o menos del mismo tamaño, seguramente elegirán al que tenga una propuesta más ajustada a sus fines institucionales.
En 2015, hice una solicitud para la beca de la Fundación para las Letras Mexicanas. No sabía si estaba muy lista (para qué mentimos, uno nunca lo está), pero estaba por lo menos muy desesperada por tener una opción que me permitiera vivir de la escritura.
Para mi sorpresa, pasé a la última ronda de selección y me llamaron para una entrevista. Emocionadísima vendí todos mis bienes para pagarme un viaje a la capital, me vestí súper rockstar y me presenté en esta casa fresonsísima de la Zona Rosa del DF en el que dos dudes (un gordito simpático y un viejillo que se movía como si estuviera ciego) me hicieran la dichosa entrevista.
Toda la noche anterior me estuve imaginando cómo iba a estar el show. Dejé que se me subiera el ego y lo imaginé como una entrevista periodística: “Señorita Guzmán, platíquenos, ¿en qué se inspiró para crear a la gran detective Lady Revólver, protagonista de la novela que piensa escribir con este apoyo económico?”Pero sorpresa número dos: la entrevista consistió únicamente en preguntas del tipo de: “¿A quiénes de los grandes del realismo ruso has leído? ¿Y a quiénes de la gran prosa francesa del siglo XX? ¿Y cuál es tu opinión sobre los escritores latinoamericanos nacidos en los setenta?”
“Entonces, ¿a ti más bien te gustan las caricaturas?”, terminaron preguntándome al escuchar mis insatisfactorias respuestas. “¿Qué estudiaste? ¿No estudiaste Letras, verdad?” “Animación y Arte Digital”, mascullé y me regresé a provincia con la cola entre las patas.
Tiempo después, hice la investigación que debí haber hecho en su momento: la Fundación para las Letras Mexicanas, debido a sus fines institucionales, busca becarios que, además de creativos, tengan un perfil investigador. Licenciados en Letras, si es posible. Sistemáticos. Con muchas y muy amplias lecturas, así que por eso yo me la pelé.
Lo mismo sucede con las becas del gobierno. Cuando por fin logré hacerme con una beca PECDA, descubrí que, en general, ganan dos tipos de proyectos: los que proponen los escritores consagrados o semiconsagrados y los proyectos de novatos que, de alguna o de otra manera, le aportan algo a la identidad nacional o regional. Si tu proyecto es alguna pavada como “Reivindicación de la poesía jalisciense del siglo XVII”, por aburrido que suene, lo más probable es que le ganes a alguien que presenta su proyecto para hacer la enésima saga estilo “El señor de los anillos”.
Así que, aunque parezca difícil, trata de familiarizarte con los objetivos de las instituciones y:
- Solicita la beca de la institución que más se ajuste a tu propio perfil.
- Si es tu primera beca, arma un proyecto que te nazca del corazón, pero que esté ajustado de alguna manera para empatar mejor con los objetivos institucionales.
Lo mero mero: armar el proyecto
Los requisitos para presentar un proyecto varían según cada institución, pero éstas son algunas de las cosas que te puedes encontrar:
Parte burocrática
No hay mucho qué decir al respecto. Todas las becas te pedirán una parte burocrática: copias de identificación, actas de nacimiento, comprobantes de residencia.
Revisa con tiempo todo lo que necesitas y junta los documentos con mucho cuidado para que no se te pase nada. Nadie quiere ser descalificado porque el comprobante de domicilio que mandó ya no estaba vigente.
Material de apoyo
Esto es, en otras palabras, una muestra de tu trabajo. Puede que te soliciten una cierta cantidad de páginas o una cierta cantidad de obras. Mi sugerencia es que envíes:
Tu indiscutible mejor obra.
- La obra que más se asemeje a lo que te imaginas que será el proyecto que estás proponiendo.
- Una obra que, sin ser necesariamente la mejor, resuma muy bien tus virtudes y particularidades como escritor.
- Una obra que sea muy distinta a las demás, para demostrar que eres capaz de manejar distintos temas y distintos registros.
- Si te queda espacio, cualquier otra obra de alta calidad que puedas mandar para complementar a las otras.
- Carta de motivos
Ésta es la parte más personal de tu solicitud, es en donde puedes hablar un poco más de ti y no necesariamente del proyecto. No trates de hacerte el importante y decir que deben darte el apoyo porque estás a punto de revolucionar la literatura nacional, o peor: la universal. Sé honesto simplemente. ¿Por qué quieres esta beca? ¿Por qué esto de escribir es importante para ti desde siempre? ¿Cuál es tu visión de la literatura? ¿Por qué, desde tu pequeñez, crees que puedes aportar algo?
Trata de dar un plus si te es posible. La carta de motivos que envié para mi desastrosa experiencia con la FLM estaba estructurada como si fuera un cuento. Comparé a la literatura con una forma de terrorismo y me convertí a mí misma en una terrorista en busca de fondos para realizar sus atentados. Quiero pensar que eso me ayudó a pasar a la última ronda de selección.
Antecedentes, justificación, objetivos
Esto es el corazón de proyecto. Si no tienes muy claro qué es, por qué y para qué quieres hacer tu proyecto, haz de cuenta que vas a escribir una justificación que no te va a convencer ni a ti mismo, mucho menos a un juez que tiene que leer otros cien proyectos igualitos.
Así que primero tienes que tenerlo claro tú: ¿por qué quieres hacer este proyecto y no cualquier otro? ¿Cómo encaja este proyecto dentro de tu línea creativa y tus preocupaciones vitales? ¿Por qué te importa a ti? ¿Harás este proyecto aun si no consigues la beca? ¿Por qué? (Esto último te da una pista de por qué de verdad el proyecto es relevante para ti y posiblemente para otras personas).
Una vez que lo tengas claro, cuéntalo. Pero no lo cuentes empezando con tres toneladas de teoría y citas filosóficas densísimas que a nadie le importan. Cuéntalo como si se lo estuvieras platicando a un amigo. Cuéntale que estabas tomándote unas margaritas en la playa cuando se te ocurrió por primera vez la idea de tu proyecto. Háblale de qué fue lo que seguiste pensando que te ayudó a contextualizarlo. Dile qué de lo que has escrito y vivido hasta ahora empata con esta idea que traes de proyecto. Cuéntale qué leíste para seguir profundizando en ello y ahí sí: llegó la hora de ponerse más ñoños. Habla de un par de autores que hayan hecho algo similar a lo que propones y búscate una cita apantalladora que justifique la necesidad de lo que tú quieres hacer.
Termina con una frase epifánica que sugiera que puedes salvar al mundo con tu proyecto. Bueno. Eso no. Pero piensa que escribir la justificación y los antecedentes es un poco como escribir un cuento, así que el final tiene que dejar a los dictaminadores emocionados. Emociónate tú también, por lo tanto.
Ya lo hice todo y… no gané
Bueno, no te desanimes. Al final, la espera y el rechazo son parte fundamental de la vida de un escritor. Y también lo cierto es que, en todos los concursos y becas, hay un elemento de azar contra el que no podemos hacer nada.
Pruébate a ti mismo que el proyecto valía la pena y trabaja en él de todas maneras. Después de todo, una beca nunca va a resolverte la vida, sólo es un medio más rápido para alcanzar tus objetivos.
Además, trabajar en tu proyecto seguro te dará la experiencia que necesitas para después, ¡ahora sí! ganarte una beca con otro proyecto.